El lunes pasado la presidente municipal de Tlaquepaque, María Elena Limón García, fue anfitriona de sus correligionarios metropolitanos Enrique Alfaro Ramírez, Jesús Pablo Lemus Navarro y Alberto Uribe Camacho para realizar la presentación metropolitana de sus programas sociales.
Luego de abordar el tema que los convocó y quizás para satisfacer el morbo de propios y extraños, el jefe y líder del Partido Movimiento Ciudadano, Alfaro Ramírez, no desaprovechó el momento para dar el “espaldarazo” verbal a la alcaldesa de la Villa Alfarera. Dijo textualmente:
“Venimos también a decir ante quienes han querido construir la idea de la división y de los rompimientos, que la presidenta municipal de Tlaquepaque tiene todo nuestro respaldo, todo nuestro apoyo, que nos da mucho orgullo estar aquí en este municipio, que nos da mucho orgullo que esté gobernando Tlaquepaque a partir de entender que aquí se tienen que romper muchas lógicas como en toda la ciudad, que por supuesto pisan y lastiman intereses de todo tipo”.
O sea que en la agenda de Alfaro Ramírez -ni Jesús Pablo ni Uribe Camacho tocaron el tema- estaba previsto dar el mensaje de que no hay división, alejamiento y mucho menos rompimiento entre él y Limón García, no obstante que en los momentos más álgidos del enfrentamiento de María Elena con los regidores del PRI Alfaro Ramírez ha guardado silencio, ni una declaración en defensa de su compañera ni de condena a la oposición.
Pero ante las palabras de Alfaro a favor de Limón surgen varias interrogantes:
¿En qué respalda a la alcaldesa? ¿En qué la apoya? ¿Por realizar una sesión de Cabildo sin el quórum obligado y que por cierto está impugnada? ¿Por incrementarse el sueldo apenas a cien días de haber iniciado la administración? ¿Por tener a su hermano trabajando bajo su mando, pese a que violenta la ley? ¿Porque de la finca de su propiedad que está en remodelación se “roben” la energía eléctrica mediante los famoso “diablitos”? ¿Porque se apropie de un tramo de la calle a las afueras de dicha finca para tener estacionamiento “exclusive”, aún y cuando dio marcha atrás al haberse descubierto esta irregularidad?
¿En qué la respalda y apoya Enrique Alfaro a María Elena Limón? ¿Y por qué un respaldo y apoyo a quien violenta la ley cuando el propio Alfaro ha emprendido acciones precisamente en contra de quienes infringen la ley y ha sido estricto en que todos, propios y extraños, la respeten?
Hasta donde se sabe, las quejas en contra de la alcaldesa no son porque haya “pisado y lastimado intereses de todo tipo” por “romper muchas lógicas” en Tlaquepaque, como dijo Alfaro, sino porque todas estas denuncias han sido por violar la ley o actuar fuera de ella, y se han presentado las denuncias respectivas que en su momento sabremos quién tiene la razón, si los denunciantes o la denunciada.
Así, pues, creo que Alfaro se metió en “camisa de once varas” al ser pulcro y estricto en hacer respetar la ley en Guadalajara, mientras apoya y respalda a quien actúa fuera de ella en Tlaquepaque, según lo denunciado.
¿O acaso Alfaro no le ha preguntado a Alberto Camacho por qué a casi cuatro meses de los actuales gobierno no ha hecho o anunciado acción conjunta alguna ni aparecido ante los medios con su vecina de Tlaquepaque, Limón García, como si lo hizo él con Miguel Castro e Ismael del Toro con Alfredo Barba, no obstante que eran de partidos políticos contrarios?