¿Cuánto hubiese cubierto de los hoy impagables aguinaldos a los policías si Antonio Mateos Nuño, alcalde de Tonalá, hubiera destinado al pago de esta obligación lo que pagó de propaganda de su segundo informe de gobierno en los medios de comunicación?
¿Por qué Mateos Nuño consideró más importante gastar miles de pesos en el pago de planas enteras en los diarios locales durante varios días, como si tuvieran dinero de sobra, antes que cumplir con sus obligaciones para con los empleados municipales, como son los responsables de la seguridad pública en el municipio?
¿Quién aconsejó a Antonio Mateos que era necesario ponerse al nivel de otros alcaldes que tienen un presupuesto mucho mayor al que él maneja, pero que también tienen aspiraciones políticas, como Aristóteles Sandoval y Héctor Vielma?
¿Quién lo mal aconsejó haciéndolo creer que para “amarrar” su candidatura a una diputación federal, era necesario mal gastar y derrochar el dinero público cuando no se tiene ni para pagar el aguinaldo a los uniformados y se enfrenta una deuda que asciende a 1 mil 200 millones de pesos, cuando al llegar al gobierno era sólo de 400 millones?
No. Antonio Mateos Nuño debe de dejar de escuchar “el canto de las sirenas” y anteponer su responsabilidad como presidente municipal para quedarse a cumplir el período por el que fue electo, pues no puede irse y dejarle a su sucesor un conflicto financiero que no sólo no supo resolver sino que lo complicó.
Así como el PRI le exige responsabilidad a un gobierno estatal panista, está obligado a exigirle a su alcalde Antonio Mateos que se quede a terminar su gestión y sanear lo mejor posible las finanzas.
Hoy los uniformados tonaltecas se revelan y trabajan bajo protesta, realizando plantones en las calles, exigiendo un derecho que tienen por ley y que su patrón no ha cumplido con entregarles, pero la ciudadanía padece la falta de vigilancia por partte de los responsables de otorgársela.
Así, pues, ante las condiciones financieras en que se encuentra Tonalá, Antonio Mateos Nuño está obligado a quedarse a concluir su gestión y resolver los problemas financieros del municipio, antes que de quien o quienes lo han mal aconsejado y que sólo ven por sus intereses económicos.