Aquella mañana de jueves 26 de julio, ante los pies del monumento a Manuel J. Clouthier, un solitario Diego Monraz Villaseñor soltaba:
“Si Maquío viviera con Alfaro estaría. Se trata de unirnos, no de cerrarnos puertas; se trata de construir puentes, no queremos construir barreras. Debemos construir la unidad (…). Debemos escuchar a la gente, el PAN requiere unidad y debe hacerse con el alfarismo…”.
De esta manera, Monraz Villaseñor se convertía en el segundo militante panista que sin rubor ni pena alguna, mucho menos vergüenza, declaraba públicamente su “amor” al alfarismo y abogaba porque el conductor del destino de su partido, Acción Nacional, debería de ser el ex priista y ex perredista, hoy líder moral del Partido Movimiento Ciudadano, Enrique Alfaro Ramírez.
El primero, si recuerdan, fue el ex secretario general del primer gobierno panista en Jalisco, Raúl Octavio Espinoza Martínez, quien sin renunciar a su militancia panista, en plena contienda electoral en el 2012, se “abrió de capa y espada” a favor de Alfaro Ramírez y conminó a sus correligionarios a votar por el ex alcalde de Tlajomulco para la gubernatura.
Hoy Raúl Octavio Espinoza está en el olvido. Ni en el PAN y mucho menos en el movimiento alfarista tiene cabida.
Aquel 26 de junio, luego de deshacerse en “flores” y loas al alfarismo, Diego Monraz recibió de Enrique Alfaro el siguiente mensaje a través de su cuenta de Twitter:
“Agradezco las palabras de Diego Monraz, pero la única alianza de este movimiento será con las mujeres y los hombres libres”.
Aquel 26 de junio Diego Monraz abrió el escenario de un “montaje” cuyo telón ayer bajo tal y como lo inició: en solitario. Y 74 días después acató el deseo de Enrique Alfaro y se convirtió en “hombre libre”, ahora sí, sin obstáculo alguno para ser “arropado” por los “brazos” del alfarismo.
Ayer, siempre en solitario, anunció que hace 18 días -el 22 de agosto-, entregó al Comité Ejecutivo Nacional su renuncia por escrito y dirigida al presidente nacional Gustavo Madero Muñoz, luego también de un frustrado intento por generar una corriente crítica al interior del PAN en noviembre del año pasado al que denominó “Voces Libres”.
Dicha corriente fracasó porque los pocos panistas que lo siguieron terminaron por dejarlo solo. Nadie se convenció de que “Voces Libres” realmente eran eso, “voces libres”.
El anuncio de su renuncia no provocó la reacción ni el eco que sí registró la sorpresiva renuncia de Macedonio Tamez Guajardo a su militancia panista, al caer seducido también por el color naranja del alfarismo. Es más, el ex presidente zapopano le ganó la jugada a Diego, al adelantársele a renunciar al PAN pero con la diferencia de que lo hizo porque a él los alfaristas lo buscaron y le ofrecieron la candidatura a la alcaldía de Zapopan, oferta que nunca le hicieron a Monraz Villaseñor.
Ahora, en cuanta entrevista le han hecho, Diego Monraz presume lo que Enrique Alfaro exigió: que ya es un “hombre libre” (no confundir con la canción de la película “Frozeen” que dice algo como: “Libre soy, libre soy… no puedo ocultarlo más…”).
Pero hay que advertir que el hecho de que sea ya un “hombre libre” no le asegura a Diego Monraz convertirse en candidato del Partido Movimiento Ciudadano, aunque hay alfaristas que aseguran que bien podría serlo a diputado local por el distrito 10, confiados en que por la diputación federal iría el aun panista Guillermo Martínez Mora, quien por cierto asistió al Informe de Ismael del Toro pero no al del alcalde de Zapopan, municipio por el que es diputado, Héctor Robles Peiro.
Ah, por cierto, les aseguro que no hay relación alguna entre la renuncia de Macedonio a su militancia panista con la de Diego, pues tienen años de una relación distante…