El día que Héctor Robles Peiró solicitó licencia a su cargo como secretario de Desarrollo Social tuvo un altercado con el entonces alcalde Héctor Vielma Ordoñez, porque habían acordado que todos los reflectores serían para el renunciante y su jefe no haría declaraciones.
Sin embargo, luego de que Robles anunció su renuncia para dedicarse de lleno a buscar la candidatura del PRI a la presidencia municipal de Zapopan, Vielma anunció que él también solicitaría licencia para registrarse como candidato al Senado de la República.
Eso no le gustó, por supuesto, a Héctor Robles.
Posteriormente, cuando Héctor Vielma es registrado como candidato de la segunda fórmula al Senado por la alianza entre el Partido Verde Ecologista y el PRI, las negociaciones o en diálogo de la dirigencia estatal son ya directamente con Héctor Robles sin la intervención de Vielma Ordoñez.
En este marco, se registran dos hechos políticos en Zapopan que no hay que ignorar: uno, el Consejo Político Municipal del PRI rechaza ir en alianza con el partido que postuló al Senado a su jefe político (Vielma): El Verde Ecologista; dos, Héctor Robles se sienta a comer -previa convocatoria a los medios para que registren el hecho- con el enemigo político número de Vielma, el diputado Jesús Casillas López, dizque para demostrar de que entre ellos no hay división alguna.
¿Alguien puede entender cómo el priismo zapopano acepta que el PVEM postule a su Jefe Político, pero lo rechaza para ir en alianza estatal?
¿Alguien puede explicar qué mensaje pretendió enviar Héctor Robles al sentarse a comer con Jesús Casillas, ambos aspirantes a la alcaldía zapopana? ¿Estará en camino de romper con su Jefe Político e irse “por la libre”?
Sin embargo, queda una respuesta a ambos hechos si no hay otra convincente: que en Zapopan, en el priismo y bajo la batuta de Valeria Guzmán, la política se ha convertido en una verdadera farsa.