Más que un encuentro-desayuno con ex presidentes municipales de Zapopan que le dieron su “espaldarazo”, necesitará el abanderado del PRI a la alcaldía, Abel Salgado Peña, para lograr, primero, la unidad requerida y, segundo, que redunde en un triunfo el primer domingo de julio próximo.
Sin duda que una reunión como ésta deja muchas enseñanzas, principalmente si provienen de quienes probaron las “mieles del triunfo” cuando el PRI era el partido todopoderoso, pero particularmente cuando vivió en la oposición. Sin embargo (y aquí viene el “pero”), ninguno vivió una elección en las circunstancias en las que Salgado Peña enfrentará las próximas.
Quien más se le puede acercar en haber sido candidato en circunstancias poco o nada favorables es el hoy secretario de Turismo, Enrique Ramos Flores, quien como hoy Abel, fue candidato cuando el PRI era gobierno a nivel federal (Ernesto Zedillo) y estatal (Carlos Rivera Aceves).
El resultado es por todos conocido: el PAN “arrasó” en aquella elección de 1995.
Esta es la segunda ocasión en que Abel Salgado Peña participa en una mesa de amigos, en una mesa de la “unidad”, como se le denominó a aquella en la que estuvo con algunos otros aspirantes a la candidatura que él prácticamente tiene ya en la bolsa; sin embargo, más allá que compartir platillos y charla, lo que el candidato del PRI requerirá en los próximos días, semanas y meses por venir, será que el priismo zapopano cierre filas en torno a su candidatura.
De nada le sirve al PRI y al propio Abel Salgado Peña que las “cabezas” de los diversos grupos priistas en Zapopan posen con él en la foto y declaren a los medios de comunicación que apoyan al candidato y lo ayudarán a ganar, si en los hechos algunos se quedarán de brazos cruzados, otros podrían operar a favor de alguno de los adversarios; y otros más hasta podrían dedicarse a poner “piedritas en el camino”.
Al igual que en muchos otros municipios, en Zapopan no todos los aspirantes alcanzaron alguna candidatura -ya fuera a la alcaldía o a las diputaciones federal o estatal-, y nadie puede asegurar que aceptaron quedar fuera de los “elegidos” y que trabajarán a favor de quienes sí lo fueron.
No, la verdad que el enojo es canijo en estos casos; la irritación, incluso hasta la amargura del “por qué él si fue y yo no”. Y todo eso es un mal presagio de lo que puede darse durante las campañas. Pero eso sucede en todos los partidos, no es privativo del PRI. Pero sucede que hoy el PRI es oposición en Zapopan y es quien está más que obligado a recuperar el poder.
Mucha responsabilidad tendrá también el propio Salgado Peña de lograr la unidad en su entorno, si sabe “repartir” los espacios, si logra sumar y darle tarea a todos aquellos que pueden aportar algo, sean del grupo que sean. De no ser así, entonces él se convertirá en su primer adversario.
Es cosa de tiempo, pues, para conocer cómo actuarán unos (los ex aspirates o jefes de grupos) y el otro (el candidato). Y es que como decían las abuelas: “en el pecado llevarán la penitencia”.
Al tiempo.