Maggie G. Urzúa

I.- Octubre es el mes sagrado para los habitantes de Ciudad Guzmán -o Zapotlán el Grande, como prefieren llamarlo a últimas fechas siguiendo el conservadurismo-.Sagrado desde la perspectiva “pagana” con los ríos de licor que corren en una fiesta que sustituye al dios Baco por el culto al santo patrono José.

Desde el 3 de octubre y hasta el próximo 23 corren de manera paralela los eventos de la Feria y los correspondientes al programa religioso.

La popularidad esparcida por la festividad zapotlense ha trascendido el umbral del entretenimiento.

Sabemos que desde hace décadas la cartelera de eventos es “pobre” y monótona; los artistas que nos visitan pertenecen siempre a un gastado catálogo de artistas del género regional mexicano (banda y norteño). Tampoco son las máximas estrellas pues carecemos de presupuestos y recintos que alberguen a figuras estelares.

Y esta situación en poco ensombrece su atractivo, pues nuestros días de fiesta son un fenómeno sociológico y antropológico que reúne la esencia y clichés de las fiestas mexicanas. No hay mejor campo para la observación y el aprendizaje.

Parte del “encanto” e interés se posicionan cada año en el irónico desencanto: en las peculiaridades que han forjado la identidad de todo un pueblo. En los tropiezos de la organización con impuntualidad y cambios de última hora.

En los desatados rostros de estrés por esos cierres nocturnos, vespertinos y matutinos en vialidades a lo largo de la ciudad, a causa de las manifestaciones católicas como peregrinaciones, reparto de décimas y los célebres “danzabloqueos”, que son el uso de la vía pública para que cuadrillas de danzantes y sonajeros ensayen su baile a San José.

Son también una atracción las debilidades de los jerarcas religiosos y civiles, quienes siempre terminan en desacuerdo con el clamor del pueblo y se sienten rebasados… al final, todo es humor involuntario.

Se toman con gracia hasta los hechos de graves consecuencias, como la creencia de que los embarazos adolescentes se disparan al igual que los accidentes viales y la inseguridad.

Los “defectos” son parte de la Feria Zapotlán y contienen tanta fuerza que inspiraron al máximo autor de esta tierra (Juan José Arreola) a verter la tinta suficiente para escribir su única novela.

Alcanzan el perdón (convirtiéndose en una clara apología) pues son la base de la identidad nacional del municipio.

II.- Los guzmanenses siempre podrán presumirles a los visitantes que son protagonistas de una de las manifestaciones religiosas más peculiares del mundo. Que a veces el culto por San José se aleja de la ortodoxia católica pues la celebración no sucede el 19 de marzo sino el 22 de octubre, producto de un juramento hecho tras el impacto de un terremoto en esta tierra agobiada por temblores y la cercanía con el Volcán de Colima.

Aquí las pesadas figuras que representan a los patronos (o “sagradas imágenes”, como les llaman) recorren gran parte del pueblo a bordo de una pesada estructura a la que llaman “trono”, la cual estrictamente viaja en hombros de cargadores mientras el restos de carros alegóricos lo hacen en tractores.

En Zapotlán se mezclan la herencia indígena, la tradición católica y las costumbres locales que están institucionalizadas… tanto, que hasta rebasan los fenómenos naturales.

Por ejemplo, en 2015 el día 23 (fecha estelar para la función) fue alcanzado por las torrenciales lluvias y fuertes vientos del huracán Patricia, pero el recorrido se mantuvo.

El año pasado la tormenta tropical “Willa” inspiró a las autoridades religiosas a posponer el hecho, se cumplió pero el escrutinio popular fue enorme y seguramente no volverá a pasar. Llueva o truene, San José saldrá a las calles

Si usted nos visita el próximo miércoles 23 sin los intereses de la diversión o la fe, le garantizo que encontrará la representación exacta y en vivo de una obra literaria.

El impacto polarizado por el flujo de las actividades es seguro, pero aun con los aspectos negativos la Feria Zapotlán es una fuente inagotable de simpatía y mexicanidad que siempre tiene algo por ofrecer.