Ayer por primera vez en los seis años de su gobierno y en los del presidente Andrés Manuel López Obrador, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez compartió una fotografía -que le proporcionó por supuesto Presidencia de la República- en la que aparecen los dos en el despacho presidencial de Palacio Nacional.
A esa fotografía la acompañó de un texto, cuyo segundo párrafo, de tres, destaca:
“Más allá de cualquier diferencia de carácter político, siempre hemos hablado con respeto y con afecto mutuo. Nuestra historia ha sido larga y compleja, pero yo siempre he reconocido en él a un líder político con el que me formé y sin el que sería imposible explicar todo lo que logré en mi carrera. Cerrar este ciclo platicando con él en este lugar es una experiencia que nunca olvidaré…”.
Alfaro Ramírez confiesa que “me formé” al lado de López Obrador, pese a que públicamente solamente se sabe que coincidieron en actos de campaña de las elecciones presidenciales del 2006 y 2012, aunque en ésta última terminó apoyando a la candidata presidencial del PAN, Josefina Vázquez Mota, lo que le valió que el presidente lo llamara en 2018 “traidorzuelo”. Por tanto, no hay testimoniales -gráficos o verbales- que den fe de que el gobernador hubiese acompañado a Andrés Manuel en sus recorridos por el país durante los años en que lo hizo, como para haber adquirido una “formación” política a su lado.
Luego aseguró que sin Andrés Manuel, “sería imposible explicar todo lo que logré en mi carrera”. Como argumentan los abogados: aceptando sin conceder que esto sea cierto, ¿por qué hasta ahora “confiesa” que sus logros políticos fueron gracias al presidente de la República, cuando a lo largo de su paso por las presidencias municipales de Tlajomulco y Guadalajara y ahora en el gobierno del Estado, jamás lo declaró ni reconoció públicamente?
En cambio, en diciembre del 2020, en una amplia entrevista con Carlos Loret de Mola en el patio principal del Instituto Cultural Cabañas, así se expresó de López Obrador:
““Yo veo a un presidente con un nivel de cerrazón que me preocupa, un presidente que pareciera querer pelear en lugar de construir, un presidente que piensa que destruir todo lo que hay es la ruta para armar el nuevo modelo de desarrollo para el país. No es algo que me guste ver todos los días, y no es el líder al que yo conocí y respeté profundamente, que tenía una idea de transformación, que luchó con todo para lograrla, y que ahora que llegó al poder, ante la oportunidad de transformar al país, me da la impresión de que le entraron más ganas de destruirlo, de romperlo, de quebrarlo, y eso me parece muy peligroso”.
Incluso, lo hemos referido en varias ocasiones anteriores, cuando Loret de Mola le preguntó que si en ese momento fuera la votación de revocación de mandato, él votaría porque López Obrador se fuera, Alfaro no dudó y respondió: “Sí, por supuesto. Porque lo que no podemos es perder la esperanza…”.
Y aún más. Así calificó Alfaro Ramírez la decisión del presidente de no utilizar cubrebocas durante la pandemia: ““El ejemplo que ha dado el presidente con ese tema es terrible… es quizá lo peor de la emergencia sanitaria”.
Pero quedó registrado para la historia política de Jalisco lo que López Obrador declaró en su campaña a la presidencia de la República en 2017 y 2018, sobre su otrora aliado político Enrique Alfaro Ramírez.
El jueves 14 de septiembre de 2017, Andrés Manuel declaró ante los reporteros: “Alfaro es demagogo, falso… No está cumpliendo lo que ofreció a la gente. Y ahora anda en alianza con políticos corruptos. Con decirles que tiene acuerdos hasta con el mismo Aristóteles; o sea, es un simulador, no tiene principios, ideales,,, es un politiquero.
“Lo que les estoy diciendo lo pueden investigar -dijo López Obrador a los reporteros-. Tiene alianza cn Aristóteles, pero tiene alianzas también con (Carlos) salinas y on Calderón y con Fox. Con toda esa maleantada. No es una gente seria…”.
El 8 de abril de 2018, en un mitin que encabezó en Zapopan, luego de exhortar a votar por Carlos Lomelí como candidato a la gubernatura, declaró: “No quiero tener que entenderme, toco madera, con otros, no les tengo confianza -dijo en plural-. Es un traidorzuelo -subrayó luego en singular-. Ahí les dejo la tarea, no les va costar mucho trabajo investigar (a quién se refería), pero eso es más de lo mismo. No se dejen engañar, eso es gatopardismo…”.
Bien lo escribió ayer el gobernador Enrique Alfaro: “Más allá de cualquier diferencia de carácter político, siempre hemos hablado con respeto y con afecto mutuo. Nuestra historia ha sido larga y compleja…”. Si luego de lo que se dijeron a lo largo de los últimos siete años, ayer en el despacho presidencial hicieron “las paces”, qué bueno, pero creo que lo “tirante” de esta relación y los verdaderos sentimientos que se guardan mutuamente, no se modificarán ni siquiera después de que ambos dejen el cargo que ocupan.
Y es que bien lo ha dicho muchas veces el presidente López Obrador: “Olvido, pero no perdono…”.
Al tiempo…