El gobernador Enrique Alfaro Ramírez tuvo seis años para presentar la iniciativa sobre el rompimiento de Jalisco con el Pacto Fiscal, pero esperó a que Andrés Manuel López Obrador dejara de ser presidente de la República y a dos semanas de concluir su mandato y abandonar Casa Jalisco, “revivió” en Palacio de Gobierno -ante el retrato de Mariano Otero, quizás para no defraudar a Enrique Krauze- a un “moribundo” que luego llevó al Congreso del Estado -con mayoría opositora- para tratar, otra vez, con “asustar con el petate del muerto” y advertir que o la Federación es más justa en su reparto del presupuesto o el estado rompe con el Pacto.
Durante sus primeros tres años, Alfaro Ramírez estuvo asustando con este “petate del muerto” o con el cuento de “Pedro y el lobo”, hasta que en el 2021 le pusieron un “estate quieto” desde Palacio Nacional, al igual que a la decena de gobernadores de oposición que integraron la fracasada Alianza Federalista y que terminaron “rendidos a los pies” de López Obrador en una reunión celebrada en diciembre del mismo año en Tabasco, a la que el Mandatario jalisciense no asistió bajo el pretexto de que andaba de vacaciones en Europa
En el marco del “show” montado ayer por el gobernador Alfaro, vale hacer un recuento de lo que fue durante la primera mitad de su sexenio esta “telenovela” y su permanente amenaza de abandonar el Pacto Fiscal, tema del que ya no se acordó a partir del 2022 hasta ayer 19 de noviembre, a 15 días de dejar de ser gobernador, sin López Obrador de por medio y con una presidente -Claudia Sheinbaum- con la que no tendrá ya relación alguna.
El 26 de octubre del 2020, Alfaro Ramírez montó un espectáculo en el patio del Instituto Cultural Cabañas como anfitrión de la Alianza Federalista, en el que “echado pa’delante”, declaró: “Ningún estado libre y soberano con un mínimo de dignidad puede seguir siendo parte de una Federación cuando el gobierno de la República nos ataca, nos insulta y nos quita lo que nos pertenece (…). No queremos pelear, pero tampoco vamos a permitir que nos atropelle (…). (Todos) listos para dar la batalla política y jurídica…”.
Haciéndole “segunda” y, como ahora Enrique Alfaro, a punto de dejar de ser gobernadores, Jaime Rodríguez, “El Bronco”, de Nuevo León, dijo: “(Amlo) ocasionará el primer rompimiento que va a terminar con esta República y estará generando una confrontación innecesaria que pondrá a prueba el carácter de cada región del país (…). Hoy está en riesgo la Federación por la excesiva centralización…”; Silvano Aureoles, de Michoacán: “Como nunca, se ha destruido, sobre un discurso falso de combate a la corrupción y combate a la pobreza (…); no es más que una vil falacia, un engaño y una manipulación maniquea que encubre la intención del retorno al centralismo y autoritarismo… Si no hay diálogo y si no hay respeto entre el gobierno central, los estados y municipios, se marcará el inicio del rompimiento del pacto federal…”; y Javier Corral, de Chihuahua: “Si la indiferencia y los oídos sordos prevalecen, estamos listos para la batalla política y legal, amparados en nuestra Constitución, y, de ser necesario, acudiremos a instancias internacionales para hacer valer los tratados que México ha suscrito…”.
¿Dónde están ahora “El Bronco”, Aureoles y, particularmente, Corral?
Un día después, el 27, desde la “mañanera” López Obrador retó a los gobernadores de la Alianza Federalista a que consultaran a sus gobernados si estaban de acuerdo o no con romper lo que legal y jurídicamente es un acuerdo de coordinación fiscal. El primero, y único, que le respondió ese mismo día fue Alfaro:
“En Jalisco le tomamos la palabra; en Jalisco vamos a iniciar, a partir de este momento, la ruta para hacer una consulta a los ciudadanos de Jalisco para saber si están de acuerdo en que nuestro estado permanezca en esta relación abusiva con la federación (…); le vamos a preguntar a los ciudadanos de Jalisco si estamos dispuestos en mantener una relación en la cual Jalisco aporta muchísimo a la federación, y lo que recibe son malos tratos, groserías y desdenes como los que vimos el día de hoy (…). Confío en que el pueblo de Jalisco va a levantar la voz y le va a decir a la federación: ya basta de tanto abuso”.
Dos días después, el 29, López Obrador retomó el tema y declaró:
“Esto tiene que ver con la Constitución (…). Sostuve que se tendría que llevar a cabo una reforma constitucional para cambiar la fórmula de la distribución del presupuesto. Hay estados que solicitan más recursos y esos recursos son los que se entregan a otros estados porque el presupuesto federal no se distribuye a capricho. Existe una fórmula en donde a las entidades federativas se les entrega un monto anual de acuerdo a la población y a otros parámetros; esto está conveniado, aceptado y obedece a un mandato constitucional.
“Claro que tenemos diferencias con el gobernador de Jalisco, y actuamos en el marco de la legalidad. Les puedo decir a los ciudadanos de Jalisco que no le debemos nada al gobierno del estado de Jalisco, que entregamos puntualmente sus participaciones, que no se les demora la entrega de sus recursos. Y así como en Jalisco, en Yucatán, Chihuahua, Chiapas o en la Ciudad de México…
“Que la gente conozca toda la información -agregó-, que no se engañen. Dicen (los aliancistas) que los recortes les afecta, pero en qué les afecta si los recortes los hace el gobierno federal y aplican para los gastos del gobierno federal (…). Que no anden diciendo que no les entregamos recursos. No les debemos nada, y si tienen pruebas (de) que no se les ha entregado, que las muestren… Les diría que hasta nos deben, si hacemos cuentas en algunos casos que no han pagado impuestos muchos estados…”.
A lo anterior, declarado por López Obrador, Enrique Alfaro guardó sepulcral silencio.
Ocho meses después, en julio del 2021, luego de los comicios del seis de junio cuando Morena ganó la mayoría de los estados que gobernaban los aliancistas, el tono del discurso de Enrique Alfaro -junto con el entonces gobernador electo de Nuevo León, el también emecista Samuel García- cambió radicalmente como “por arte de magia” y dócilmente declaró:
“Queremos dejar en claro los dos estados que no es nuestro ánimo romper el pacto fiscal, que queremos revisarlo y queremos corregirlo (…). La consulta pública no será para si seguimos o no dentro del Pacto Fiscal, sino para saber si están de acuerdo o no con el trato presupuestal que la federación da a la entidad (…). El mensaje que queremos dejar en claro (…) es que el ánimo con el que vamos en este proceso no es de ruptura, no nos interesa confrontarnos con la federación; vamos a buscar el diálogo y vamos a buscar que la revisión del pacto fiscal se pueda dar en un ejercicio de respeto y cooperación…”.
Ahora, a pocos días de entregar el gobierno, Enrique Alfaro reaparece enarbolando la bandera del federalismo como en aquellos años, antes de que desde Palacio Nacional le pusieran el “estate quieto”.
Ahora la pregunta es: ¿El gobernador electo, Jesús Pablo Lemus Navarro, le dará “vuelo” a las “locuras del Emperador” ante un Congreso del Estado que no le es favorable? ¿Reculará y por instrucciones de quien será su predecedor se “peleará” con el gobierno federal? ¿O “mandará al diablo” a la iniciativa, como es lo más seguro que lo haga la mayoría de la LXIV Legislatura?
Al tiempo…