Hablar del fracaso del Consejo Económico y Social de Jalisco (Cesjal) es remontarnos prácticamente a sus inicios. Nació con mala estrella, pues, en el ocaso del gobierno de Francisco Ramírez Acuña.
O como dice el dicho popular: árbol que nace torcido, jamás sus ramas endereza.
La maldición sobre el Cesjal cayó desde la primera presidencia, la del tequilero Eduardo Orendáin Giovanini, a quien tras un largo conflicto con su entonces secretaria general, Fany Lorena Jiménez, sobre el manejo del presupuesto del organismo, allá por julio de 2007, sus propios compañeros de sector -los cúpulos empresariales- le dieron “golpe de estado” y lo obligaron a renunciar.
Ante los escándalos, entró al quite Raymundo Gómez Flores, uno de los promotores de la creación del Consejo, a través de “Jalisco a Futuro”, pese a la oposición o resistencia de otros dirigentes empresariales como el entonces coordinador del Consejo de Cámaras Industriales, Javier Gutiérrez Treviño, y el presidente de la Cámara de Comercio, José María Andrés Villalobos, quienes simpatizaban con la candidatura de Tomás López Miranda, otro de los arquitectos del organismo.
La elección entre Gómez Flores y López Miranda no fue fácil, pues tuvieron que irse a una segunda vuelta en un proceso que no estuvo ajeno a conflictos, reproches y enfrentamientos entre los hombres del sector privado. En esa segunda vuelta tuvieron que irse a una tercera ronda de votaciones en la que Tomás López obtuvo los 14 votos necesarios, en tanto que Raymundo Gómez se quedo solamente con seis.
Pero la presidencia de López Miranda no estuvo exenta de escándalos; al contrario, superó en el tema con mucho a su antecesor, como fueron con los casos del pago que se le tuvo que hacer al ex alcalde de Bogotá, Enrique Peñaloza, por honorarios y viáticos, por 17 mil 500 dólares sin el conocimiento del Consejo; el extrañamiento público que hizo al entonces gobernador Emilio González Márquez por la famosa “mentada”, a nombre del Cesjal sin el acuerdo de todos los consejeros; o el desplegado que publicó para reformar la ley del Cesjal sin el consentimiento de dos de sus firmantes: Roberto de Alba y Arturo Uribe, entre otros conflictos más.
La pésima gestión de López Miranda al frente del Cesjal lo llevó a no buscar la reelección en el cargo por un período más, dando paso a la llegada de Enrique Michel Velasco cuya presidencia iba “viento en popa” hasta que se le metió el gusanito de la política y se “destapó” como aspirante a la candidatura por la gubernatura por Morena. Entonces “ardió Troya” y eso provocó la salida de varios organismos integrantes que llevó al empresario dulcero a renunciar como presidente.
A lo largo de sus poco más de 12 años de vida, el Cesjal tuvo tres presidentes electos surgidos del sector empresarial que no sólo fracasaron en su gestión sino que hundieron al organismo por las pugnas internas, el protagonismo y la ambición de poder.
El pasado martes 20 el gobernador Aristóteles Sandoval envió al Congreso del Estado la inicitiva de decreto a través de la cual “se abroga la ley que crea el Consejo Económico y Social del Estado de Jalisco para el desarrollo y la competitividad”, iniciativa que podría ser aprobada hoy por el pleno del Congreso del Estado.
Creo no equivocarme si digo que el gobernador electo, Enrique Alfaro Ramírez, nunca creyó en el Cesjal y posiblemente le solicitó a su antecesor que fuera él quien le diera los “santos óleos” y le pidiera a la actual Legislatura que lo enterrara.
De esta manera, se pone fin a más de dos sexenios de despilfarro de recursos públicos en un organismo que para nada le sirvió a los jaliscienses, y que debió de haber dejado de existir desde hace muchos años.
Ah, y de una cosa estoy seguro: nadie lo va a extrañar.
¡Aplausos!