Han transcurrido 13 días desde que estalló el escándalo de la sospechosa y cuestionable licitación para el arrendamiento de maquinaria pesada para el campo y el sector privado de Jalisco… guarda silencio.
Para los órganos cúpula del sector privado de Jalisco, presuntas irregularidades en una licitación por poco más de 3 mil 600 millones de pesos, que está bajo investigación de la Contraloría del Estado y de la Fiscalía Anticorrupción, no les ha merecido ni la más mínima referencia.
El Consejo de Cámaras Industriales fue el único órgano privado que rozó el tema al decir que revisarían lo que avalaron como integrantes del Comité de Adquisiciones, pero hasta la fecha no han vuelto a dar la cara ni hablar del tema.
El síndicato patronal, la Coparmex, que el año pasado enarboló y recorrió el país con la bandera del combate a la corrupción, rasgándose las vestiduras, hoy mantiene un cómplice, sospechoso y sepulcral silencio. Ni una palabra…
Podríamos recurrir a la justificación simplista de que su reprobable silencio se debe a que como integrante del Comité de Adquisiciones del Gobierno del Estado, la Coparmex es, de alguna manera, cómplice de una licítación que arrojó a la luz pública una serie de irregularidades que a la vista de propios y extraños lo menos que significa es un conflicto de interés.
Y es que el representante de este polémico sindicato patronal en el Comité de Adquisiciones aprobó la licitación y avaló con su firma el resolutivo de adjudicación de este arrendamiento de maquinaria a la empresa Operadora de Servicios Mega SA de CV, del empresario Guillermo Tomo Romero, quien aparece acompañando al gobernador Enrique Alfaro en el juego de basquetbol de los Lakers de Los Ángeles.
En su pasada asamblea de este martes pasado, ni su dirigente nacional Gustavo de Hoyos ni mucho menos su presidente estatal, reelecto en el cargo, Mauro Garza, abordaron el tema ni siquiera por equivocación o “de pasadita”, como popularmente se dice. Para ellos no existe el que hasta el momento es el mayor escándalo que involucra al gobierno del Estado.
¿Dónde quedó su lucha contra la corrupción? ¿Acaso se trata de combatirla bajo la regla de “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio” e ignorar aquella otra que dice que “tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata”? ¿Por qué como integrante del Comité de Adquisiciones del Gobierno del Estado que avaló la adjudicación hoy bajo investigación, no ha dado la cara para dar una explicación de su aval? ¿Su silencio en este caso le da la autoridad moral para condenar la corrupción en el Poder Judicial o en cualquier otra área del poder público? ¿O sabe que no puede defender lo indefendible?
El silencio de Gustavo de Hoyos y de Mauro Garza, ¿obedeció a su deseo de no incomodar al gobernador Enrique Alfaro, invitado de honor a su asamblea, o a un “mea culpa” tácita por haber aprobado la licitación bajo sospecha?
Sea uno u otro el motivo, su silencio en este caso, insisto, les quita cualquier autoridad moral para condenar actos de corrupción. ¿O se trata de ser selectivos?