Julio César Hernández
Cuando nuestros políticos y gobernantes andan, literalmente, en las nubes, el cielo se les ha venido encima.
Sí, la perdición de los políticos en estos tiempos de la tecnología, cuando todo lo que hacen prácticamente se conoce al momento, han sido los viajes y los aviones, entre otras cosas en algunos de ellos.
Hagamos el breve recuento:
- Un viaje a Las Vegas en un avión particular marcó el final de Víctor Urrea como contralor del Ayuntamiento de Guadalajara.
- Un viaje a Las Vegas metió en serios aprietos al presidente municipal de Guadalajara, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, cuyas secuelas aun no concluyen y es posible que aun pase mucho tiempo para que no tenga sus repercusiones.
- Un viaje a la Habana, Cuba, en un avión particular, ha colocado nuevamente en el “ojo del huracán” al ya de por sí polémico presidente municipal de Tlajomulco, Enrique Alfaro, dándole materia prima a sus enemigos, adversarios y detractores que saben usarla perfectamente y sacarle el mejor provecho.
- Un viaje a la Habana, Cuba, en un avión particular, acompañando al aspirante a la gubernatura, Enrique Alfaro Ramírez, hoy alcalde de Tlajomulco, ha puesto hasta en riesgo de perder sus cargos al presidente del Instituto Electoral del Estado, Tomás Figueroa Padilla, y a su compañero también consejero Víctor Hugo Bernal.
Ninguno de ellos fue capaz de “aprender en cabeza ajena”. Ninguno de ellos demostró tener la templanza y la fuerza de voluntad para no caer en la tentación de incurrir en un acto, ya muchas veces publicitado y sancionado por la opinión pública, que es reprobado por la sociedad y que pone en entredicho su honestidad o imparcialidad, según sea el caso.
Nuestros políticos “pierden el piso” en el momento en que abordan la aeronave. Nuestros políticos andan en las nubes sin reparar las consecuencias de un viaje de esa naturaleza. Nuestros políticos “se marean” y pierden la capacidad de razonar las consecuencias de sus actos.
Hoy, pues, la perdición de nuestros políticos y gobernantes es, además del dinero, los viajes y los aviones… particulares.
La verdad es que… ¡andan volando bajo!