Cuestión de horas o de pocos días para que los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) declaren válida la elección de Claudia Sheinbaum Pardo como presidenta de la República, de acuerdo al proyecto de calificación que se difundió ayer, con lo que el próximo mes se le entregaría la constancia de mayoría y el uno de octubre rinda protesta como la primera mujer al frente del Ejecutivo federal.

Los magistrados echaron abajo los argumentos de queja presentados por la ex candidata Xóchitl Gálvez Ruiz, a la que simplemente le desecharon su demanda “por carecer de interés jurídico”, en tanto que la solicitud de nulidad de la elección presentada por el PAN Y PRD y por el PRI la declararon improcedente porque no encontraron sustento en los argumentos presentados. En una palabra, ninguna de las causas expuestas por los quejosos eran motivo para anular la elección.

La respuesta de los magistrados era esperada hasta por los mismos inconformes, pero era obligado impugnar la elección como un mero trámite, sólo para llenar un expediente que los obligaba a no “doblarse” tan fácilmente ante quien obtuvo 36 millones de votos. Marko Cortés, Alejandro “Alito” Moreno y Jesús Zambrano tenían que enviar a sus correligionarios que alcanzaron a “patalear”, luego de que les pasó por encima la “locomotora” morenista.

Declarada la validez de la elección y reconocida Claudia Sheinbaum oficialmente como la ganadora y, por tanto, la próxima presidenta de México, la pregunta que se mantienen en el aire desde el 2 de junio por la noche cuando se le reconoció como la virtual ganadora es, cuál será la Claudia Sheinbaum que veremos en el poder a partir del momento en que reciba la banda presidencial y rinda protesta de cumplir y hacer cumplir la Constitución de nuestro país y las leyes que de ella emanen.

Sus malquerientes señalan que seguirá bajo la sombra y guía del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien continuará siendo “el poder tras el trono” aún después de que le entregue la estafeta. Creen que desde “La Chingada”, en Tabasco, el líder morenista seguirá dictando el tono y el son al que debe de actuar la nueva inquilina de Palacio Nacional. Minimizan la figura de la virtual presidenta electa. Inclusive, reprueban que Sheinbaum acompañe los fines de semana al presidente en su gira por diversos estados los fines de semana. “Está sometida”, alegan.

Por otro lado, sus seguidores y quienes no lo son, también, coinciden en que Sheinbaum Pardo sabe medir los tiempos y sabrá cuándo será el momento, no forzosa ni obligadamente, no de romper con su antecesor y maestro, sino de “marcarle la línea” y recordarle que la presidenta de la República es ella y que él es, a partir del uno de octubre, el ex presidente de México como hay varios más que lo son y no han dejado de ser eso: simplemente ex presidentes de la República.

Hay quienes, en este relevo en la titularidad del Poder Ejecutivo federal, esperan ver las mismas escenas que observamos en los anteriores, creyendo que nadie puede sacudirse las reglas no escritas del sistema político mexicano. Pero ya estamos viendo que Sheinbaum Pardo y López Obrador no son Zedillo y Fox, ni Fox y Calderón, ni Calderón y Peña Nieto y ni Peña Nieto y AMLO. Por eso creo que no veremos lo que no pocos creen que sucederá: a un López Obrador “manejando” a su sucesora.

Y no lo veremos porque su sucesora se encargará de que eso no suceda y porque Andrés Manuel conoce la historia política de México y sabe que desde hace muchos años el ex presidente de México es sólo eso: un ex presidente. Y aún más: sabe que desde el siglo pasado en México nunca ha habido un “poderoso” ex presidente. Hubo quien intentó serlo, y ya sabemos dónde y cómo acabó.

¿Por qué ahora tendría que ser diferente, y menos cuando tendremos por primera vez a una mujer en la presidencia de la República?

Faltará poco para confirmarlo… al tiempo.