Por Julio César Hernández
 
En los últimos días corre por la red un chiste, relativamente añejo, sobre los diputados que dice lo siguiente:
 
“Aviso urgente a todos los mexicanos: ¡Necesitamos de tu cooperación!
“Un comando de ‘guerrilleros’ ha secuestrado a un grupo de diputados del PRI, AN, PRD y del Verde, y están solicitando un millón de dólares por su liberación, y si esta petición no se cumple en 24 horas los rociarán con combustible y les prenderán fuego.
“Estamos haciendo una colecta y necesitamos de tu ayuda!!
“Hasta el momento llevamos: 580 litros de magna, 320 de premium, 125 de diesel, 75 de gasolina blanca, 38 cajas de cerillos y… 21 encendedores.
“¡Apresúrate o los liberan!
“P.D. Si piensas mandar alcohol, no lo hagas porque estos cab… se lo chupan.
“¡Va por México!”.
 
Es un chiste cruel, por supuesto, pero no es más que el reflejo de la pésima imagen que los diputados tienen entre los ciudadanos y de la poca confianza que les merecen a la población.
 
Decisiones como el de emberrincharse y pretender cambiar a los consejeros electorales, pese a incurrir en actos inconstitucionales, el de incrementar en un 500% las prerrogativas o financiamiento a los partidos políticos, el de regalar el dinero público a consejeros electorales en cantidades millonarias, el de remodelar baños con artículos de lujo o el de despilfarrar cinetos de miles de pesos adquiriendo uniformes para edecanes de pésima calidad y a un proveedor que ha quedado mal, alimentan ese rechazo ciudadano al legislador.
 
Y aquí pagan “justos por pecadores”. Pero lo anterior parece no inquietar a nuestros legisladores, pues lo toman, simplemente, como un chiste.