El martes pasado, a 72 horas de los hechos de violencia registrados en el Estadio Jalisco, en la entrega titulada: “¿Y quién va a pagar el fracaso de la estrategia en el Estadio Jalisco”, referimos en Marcatextos lo siguiente:
“Lo sucedido la noche del sábado debe llevar a acciones más de fondo que la simple declaración de lo que “debió hacerse” o lo que en adelante “debe hacerse”. Los lamentos, al paso del tiempo, de poco sirven.
“Por el contrario, ante la gravedad de lo sucedido en el Estadio Jalisco, el alcalde Ramiro Hernández García debe saber cuál fue la estrategia en materia de seguridad implementada ese día y quién fue el responsable de su pésima aplicación o fracaso, para de inmediato cesarlo, por duro que suene.
“No es posible que los uniformados agredidos hayan denunciado que fueron dejados solos por sus superiores.
“La magnitud de lo sucedido el sábado pasado amerita el cese fulminante del responsable de la estrategia, su operación y su fracaso. O que éste hubiese presentado su renuncia…
“Son muchas cosas, pues, las que tiene que investigar la autoridad municipal y deslindar la responsabilidad que sus propios policías tuvieron para encender la ‘mecha’ de esta barbarie.
“Pero lo que no puede esperar es que sea sancionado el responsable de aplicar la estrategia de seguridad y que fue un rotundo fracaso, con las consecuencias ya por todos conocidos.
“Si el alcalde Ramiro Hernández no da el ‘manotazo’ tantas veces esperado -y demandado- en su equipo de seguridad, que no nos extrañe entonces que pronto estemos hablando de una nueva tragedia en la que intervienen los uniformados tapatíos”.
Bueno, pues no tuvimos que esperar mucho. 48 horas después de lo aquí publicado, Ramiro Hernández da ese “manotazo” y por razones diversas decide cesar a los tres principales mandos de la corporación policiaca: Carlos Mercado Casillas, secretario de Seguridad; Alfredo Jiménez Sánchez, director Operativo; y Jesús de Anda Zambrano, supervisor Operativo.
Y esta decisión la tomó después de conocer el informe pormenorizado que le rindieron de lo sucedido el sábado por la noche en el Estadio Jalisco, antes de que los fanáticos “chivas” atacaran brutalmente a algunos uniformados tapatíos.
Lo que queda preguntarnos es: ¿Influyó dicho informe para que se decidiera, por fin, a “cortar cabezas” en la corporación policiaca o fueron otros factores los que lo obligaron a hacerlo.
Sea lo que haya sido, hay que aplaudirle que, por fin,  se atrevió a responder a una demanda que se le hacía desde tiempo atrás. Antes de la desgracia en el clásico tapatío. Mucho antes…