Como dos hechos históricos -término que tanto les gusta utilizar a los gobiernos alfaristas- quedarán los sucedidos el domingo en la explanada del Instituto Cultural Cabañas y en la Plaza de los Mariachis: en el primero, el extraordinario concierto que Vicente Fernández ofreció por casi una hora, de manera gratuita, ante poco más de 65 mil personas; en el segundo, la develación de una escultura que dicen es Vicente Fernández, pero que a todos se parece menos al homenajeado.
Mi opinión es que si alguien dice que quien aparece ahí montado a caballo -como si paseara por su rancho en San Pancho- es el ex presidente Vicente Fox nadie lo dudaría, pero se preguntaría por qué su figura aparece en esta plaza y por qué el gobierno municipal tapatío de Movimiento Ciudadano lo colocó en su honor.
Otras voces aseguran que se parece a Javier Solís, a Pedro Infante, a Jorge Negrete, al ex presidente Fox, pero nadie atina a decir que a Vicente Fernández, porque simplemente no se parece, aunque por ahí hay una fotografía cuando el “Charro de Huentitán” era jovencito y le da un mayor parecido.
Algo que parece trivial, sin embargo, se ha convertido en un tema que durante estos dos días -y seguramente continuará por más- ha invadido las redes sociales y las pláticas de café, y que deja de manifiesto la poca tolerancia que tiene la mayoría de la sociedad para aplaudir un acto de gobierno por mucho que sea un homenaje a uno de los cantantes mexicanos, y jalisciense en particular, más populares que ha dado México.
Por supuesto que quienes asistieron al concierto nunca lo olvidarán, porque tuvieron la oportunidad de ver y escuchar a su ídolo, pero quedará para la posteridad la certeza de que quien está apostado en la Plaza de los Mariachis son todos los que ustedes quieran imaginarse menos Vicente Fernández, a quien se pretendió inmortalizar en esta estatua que tuvo un costo de dos millones 600 mil pesos, gasto que el Ayuntamiento de Guadalajara hizo cuando enfrenta una aguda carencia de recursos para atender otros servicios más urgentes y prioritarios y cuando la capital se encuentra ubicado en la primera posición en casos de dengue y cuyas acciones para combatirlo o prevenirlo han sido demasiado tardías.
No advierto por qué y por dónde los tapatíos en particular, y los jaliscienses en general, agradezcan al alcalde Ismael del Toro el que se haya gastado esa cantidad de dinero en una escultura que no se parece a quien se quiso honrar. Y no sé qué haya pensado Vicente Fernández ante la avalancha de memes y bromas que se han hecho sobre la estatua que nadie ha atinado a decir que es él, pero la realidad es que al menos en su cuenta de Twitter hasta ayer por la noche -22:30 hrs-, no había subido fotografía o comentario alguno.
Esta indiferencia de Vicente Fernández hacia el Ayuntamiento de Guadalajara y su alcalde Ismael del Toro, al haber guardado silencio en sus redes sociales sobre el homenaje, la escultura y el concierto, deja de manifiesto que el cantante no está de acuerdo con lo sucedido, aunque sin duda que disfrutó, como sus seguidores, el cantarle a una multitud que puede multiplicarse por un ene número de ocasiones en su estado natal.
El que Vicente Fernández no haya compartido en su cuenta de Twitter ni una fotografía donde aparece develando su escultura o parado junto a ella, ¿es una muestra de que coincide con la mayoría de que la figura no se parece a él? ¿Es, acaso, un mensaje para el gobierno emecista de Guadalajara de que no aprueba al personaje que monta el caballo en la Plaza de los Mariachis?
Esta estatua que dizque de Vicente Fernández es como aquella “plumota” que como alcalde de Guadalajara colocó Enrique Alfaro en el cruce de Américas y Pablo Neruda, supuestamente como homenaje a los periodistas caídos en el cumplimiento de su deber, cuando lo único que provocaron fue que propios y extraños se pitorrearan, se mofaran y dieran rienda suelta a su creatividad con infinidad de memes que fueron ampliamente celebrados.
Lo sucedido, pues, el domingo en la Plaza de los Mariachis fue un severo revés para el gobierno municipal de Movimiento Ciudadano y su alcalde Ismael del Toro.
Y la indiferencia y el silencio posterior de Vicente Fernández en sus redes sociales sobre este evento, es la “puntilla” para tan rotundo fracaso.