Por José Antonio Elvira de la Torre
El pasado domingo 30 de junio se llevó a cabo la primera vuelta de las elecciones legislativas en Francia. Dado que este país tiene un sistema de gobierno semipresidencial, la elección de la Asamblea Nacional (Cámara baja con 577 integrantes) es muy importante por el bicameralismo asimétrico que le confiere mayores y más importantes facultades que al Senado por ser donde se define quién ejercerá la jefatura de gobierno. La posibilidad de que exista un escenario de “cohabitación política” donde el Presidente enfrente una mayoría parlamentaria en contra que le obligaría a proponer un jefe de gobierno de oposición.
Los resultados fueron negativos para la alianza centrista “Renacimiento”, encabezada por el Presidente Francés, que se fue hasta el tercer lugar de las preferencias con tan sólo 22.1% de los sufragios, superados por el “Nuevo Frente Popular” (alianza de partidos verde, socialistas, comunistas y extrema izquierda) con 28.5%, y por la “Agrupación Nacional” de extrema derecha y que encabezan Marine Le Pen y Jordan Bardella, con el 33.5%.
Ya desde la más reciente elección presidencial en 2022, donde Emmanuel Macron (candidato de “La República en Marcha”) refrendó la confianza de los electores para un segundo período de cinco años, lo hizo con una menor diferencia de votos con respecto al entonces “Frente Nacional” de Le Pen, de la que obtuvo para su primer mandato en 2017 y, además, sin obtener una mayoría suficiente en la Asamblea. Esto generó una reconfiguración del sistema político y de partidos justamente por el crecimiento de la coalición de extrema derecha que defiende posturas nacionalistas y en contra de la migración, que con el resultado del domingo pasado ratifica la tendencia observada en las elecciones europeas donde ya había logrado ser la primera fuerza y se acerca por primera vez en su historia a gobernar Francia.
Así, el próximo domingo 7 de julio los franceses irán a la segunda vuelta en más de 300 circunscripciones para elegir a los integrantes de la Asamblea Nacional que no ganaron con la mayoría absoluta en la primera vuelta o al menos una diferencia suficiente. Dado que podrían participar todos aquellos candidatos que obtuvieron al menos el 12.5% de sufragios en su circunscripción, tanto la alianza centrista como la de izquierda han anunciado que se retiran, en al menos 210 casos, los candidatos de sus respectivas agrupaciones que obtuvieron el tercer lugar. Esto representa una clara estrategia de coordinación política para enfrentar en la segunda vuelta a los candidatos de la extrema derecha e intentar frenar una posible mayoría parlamentaria absoluta que les permita encabezar el gobierno.
No sería nuevo que se presente la cohabitación en el escenario político francés, quizá la más recordada sea la experimentada en 1986 cuando François Mitterrand era jefe del Estado y Jacques Chirac primer ministro, pero también se presentó en 1993 con el mismo Mitterrand con el primer ministro Édouard Balladur y en 1997 y 2002 con Jaques Chirac como jefe de Estado y Lionel Jospin como primer ministro.
En esta ocasión hay condiciones diferentes. No sólo los liderazgos y sus posturas políticas están más enfrentados, lo que ha sido evidente a lo largo de los años de gobierno de Macron y su relación tanto con las coaliciones de izquierda como de derecha, sino que el giro de algunos actores a una política de cerrazón, de negarse al diálogo, así como de franca intolerancia y confrontación son cada vez más preocupantes. El ejemplo de otros países europeos en que la democracia está siendo deliberadamente debilitada, para que en su lugar se ejerzan poderes constitucionalmente irresponsables, menos controlables, más fuertes y excluyentes, parece estarse acercando también a Francia. Quizá por ello, la posibilidad que centristas e izquierda, incluso la considerada radical, puedan construir una alianza que parecía improbable, sea una de las últimas oportunidades para alejar los nubarrones antidemocráticos. La última palabra, como en todas las comunidades políticas que aún son democracia, la tienen los ciudadanos.