Por Hugo Luna

Nuestro país está entrando con el pie derecho a un mercado novedoso, ambientalista, y que reúne la parte financiera con el interés sustentable. Se trata del mercado de bonos de carbono, donde algunas empresas mexicanas ya se encuentran participando activamente, al grado de situarnos como el cuarto emisor de bonos de carbono a escala mundial.

Los bonos de carbono surgieron como una iniciativa del Protocolo de Kyoto, donde las empresas y gobiernos de países en desarrollo, al realizar reducciones de dióxido de carbono, tendrían la posibilidad de recibir bonos e intercambiarlos por 10 dólares la tonelada de reducción de dicho gas.

En cambio, las empresas y gobiernos de países industrializados que no cumplen con sus especificaciones ambientales tendrán que comprar estos bonos a los países emergentes (China, India y Brasil)

La secretaria de Medio Ambiente y Recursos Naturales está por firmar un convenio con el Banco Europeo de Inversiones, mediante el cual se pondrán a disposición de México 50 millones de euros (alrededor de 900 millones de pesos), con el fin de fomentar el mercado de estos bonos entre empresarios nacionales.

Claro está que las empresas que inicien la reducción de gases con efecto invernadero, y por lo tanto, que puedan acceder a vender bonos de carbono, deberán pasar en primer término el filtro creado por la Semarnat: ser consideradas como Empresas con Mecanismos para un Desarrollo Limpio.

México apenas contribuye con 1.5 o 2% de gases con efecto invernadero. Pero su contribución podría ser todavía menor, aunque el Protocolo de Kyoto no le impone ninguna meta para reducir tales gases y por ese solo motivo las empresas o gobiernos estatales o municipales pueden ser vendedores de bonos a escala mundial.

El medio ambiente empieza a ser un buen negocio para todos, para los emisores que podrán intercambiar dichos bonos, y para el entorno donde se realicen estos Mecanismos para un Desarrollo Limpio.

Valor Agregado es…

Promomedios de Occidente manda señales en cuanto a institucionalizar y dejar de ser una empresa familiar se refiere, pues a la forma de proyectar este grupo radiofónico en términos de competitividad y eficiencia para que sus estaciones que la integran ofrezcan contenidos novedosos y dar paso a la modernización tecnológica de la misma.

Con este planteamiento, la compañía apuesta a la rentabilidad y crecimiento de su participación del mercado, para ello fue designado por el consejo consultivo, Pablo Romo Barba como director ejecutivo. Para el recién estrenado directivo será una tarea titánica. Este movimiento pretende distensionar en gran medida las pugnas familiares que aquejan al corporativo desde hace tiempo.