Por Julio César Hernández
Los empresarios salieron más “grillos” que los políticos. Ni duda.
Los integrantes del Consejo Económico y Social de Jalisco (CESJAL) deben de tener muy en cuenta las palabras que expresó su ahora ex presidente, Eduardo Orendáin Giovannini, en la sesión de la tarde del martes donde presentó su renuncia. Dijo:
“El Cesjal es de los jaliscienses. El Cesjal no es de ningún grupo (…). En las últimas semanas (…) hemos sido objeto de toda una campaña de desprestigio orquestada con el objetivo de que me ausente de la Presidencia (…). Esta maniobra, que en los últimos días se ha filtrado a través de diversos medios informativos, es muy grave, sin duda, porque no sólo se trata de afectarme en lo personal sino, sobre todo, porque busca atentar contra el espíritu democrático y plural de este Consejo…
“Lamento esta guerra sucia porque no sólo afecta la imagen de una persona o sun sector, sino que nos exhibe ante los jaliscienses como incapaces de llegar a acuerdos de beneficio general, donde Jalisco gane”.
Subrayó que ahí, en el Cesjal, “no caben las grillas ni la politiquería…”.
Sin duda alguna que fueron las “grillas” y la “politiquería” las que han causado que el Cesjal -¿sabrá el ciudadano común qué es esto?- enfrente o proyecto hoy una pésima imagen pública, como también es cierto que todo lo sucedido en las últimas semanas que concluyó con la renuncia de Orendáin Giovannini reconfirma lo que es público a nivel nacional: que los jaliscienses son incapaces de llegar a acuerdos de beneficio general.
Y esto, por supuesto, deja mal parados a los empresarios -sector del que Eduardo Orendáin forma parte-, porque fueron los que se opusieron a que éste continuara en la presidencia e hicieron todo lo posible -“grilla” y “politiquería”-, por orillarlo a tomar la decisión de renunciar.
Además de que ya tienen candidato para sustituirlo: Tomás López Miranda, ex coordinador del Consejo de Cámaras Industriales, de quien dicen que no es ajeno a todo lo sucedido.
Entre las versiones que corren tras la dimisión de Eduardo Orendáin, es que los representantes empresariales en el Cesjal pretendían que fueran relevados los actuales representantes sociales y académicos, además de otras “recomendaciones” que le habían hecho y que él se negó a acatar.
Sin duda alguna que, como lo advirtiera el propio ex presidente, se le pretendió causar “un daño de imagen”, pues hicieron todo lo posible por “sacar los trapitos al sol” del propio Consejo, para proyectar una mala imagen del organismo.
Orendáin lo dijo de esta manera:
“Por un manejo falaz y perverso de rumores mediáticos, se presentó como una crisis institucional…”.
En una palabra, los empresarios en el Cesjal simple y llanamente traicionaron a Orendáin para satisfacer sus propios intereses. Y uno de ellos es controlar -¿y manipular?- a su gusto al mismo Consejo.
Así, pues, los causantes de proyectar esta mala imagen del Cesjal, y maquinar en contra del presidente, llevarán “en el pecado la penitencia”, pues en dos años de existencia no fueron capaces de cumplir con su encomienda.