Cuando aquel 22 de abirl de 1992 Guadalajara se cimbraba por la explosión de la calle Gante, en el Sector Reforma, el hoy presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, fungía como presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) en Tabasco.

Tres meses antes, en enero de ese año, concluía en la Ciudad de México su marcha denominada Éxodo por la Democracia con un discurso en la Plaza de la Constitución ante 40 mil simpatizantes, y un mes después dejaba la dirigencia perredista para ir en apoyo de la candidatura de Heberto Castillo a la gubernatura de Veracruz.

Eran los tiempos de Carlos Salinas de Gortari como presidente de la República, de Fernando Gutiérrez Barrios como secretario de Gobernación, de Ignacio Morales Lechuga como procurador general de la República y de Francisco Rojas González como director general de Petróleos Mexicanos (Pemex).

En aquella fecha, el actual director general de PEMEX, Octavio Romero Oropeza, se dedicaba en su natal Tabasco a sus actividades comerciales y ganaderas, pero ya era militante del PRD.

Desde aquella fecha fatal para los tapatíos hasta ahora, López Obrador nunca se ha referido a las explosiones del Sector Reforma y mucho menos el hoy titular de Pemex, Romero Oropeza. No ha habido motivo para ello y, además, geográficamente el lamentable hecho les quedaba muy lejos entonces. Ni siquiera cuando Andrés Manuel fue jefe de Gobierno del Distrito Federal y Octavio Romero su Oficial Mayor.

Anteayer lunes 22, en el marco de la ceremonia por el 27 aniversario de la tragedia, y a diferencia de cuando fue alcalde de Guadalajara en tiempos de Enrique Peña como titular del Ejecutivo federal y no dijo nada como en esta ocasión, el ahora gobernador Enrique Alfaro declaró ante los damnificados que solicitará a López Obrador que Petróleos Mexicanos ofrezca una disculpa pública a Jalisco como responsable de aquellos hechos que enlutaron a cientos de familias.

¿A qué le sabrá a los jaliscienses en general y a los tapatíos en particular la disculpa de un director de Pemex y de un presidente de la República, 27 años después de la tragedia, que siempre se mantuvieron ajenos a esta desgracia? ¿Tendrá algún valor la disculpa de quienes en aquellas fechas realizaban sus tareas políticas en su tierra natal, Tabasco, muy lejos del territorio jalisciense? ¿Qué simbolismo puede tener una disculpa con sabor a “mea culpa”, por parte de alguien -en este caso Romero Oropeza- que nunca tuvo relación alguna con la paraestatal sino hasta ahora que AMLO lo designó director general, no obstante ser agrónomo de profesión? ¿Para que pedir una disculpa a alguien totalmente ajeno a la tragedia y que su única razón es estar hoy en el gobierno federal? ¿Para que una disculpa? ¿Sólo para entrar a la moda de las disculpas públicas?

¿Acaso no sería de mucho mayor valor que esa disculpa saliera de la boca del entonces presidente Salinas de Gortari y del ex director de Pemex, Rojas Gutiérrez, no obstante que hoy están retirados de toda actividad pública y política?

Nadie tiene ninguna duda -y así se creyó desde el principio y en 1995 aquí en Guadalajara lo reconoció públicamente quien fue en aquel 1992 titural de la PGR, Morales Lechuga- que la responsabilidad de la fuga y su consecuencia fue Petróleos Mexicanos. Morales Lechuga declaró en noviembre de 1995: “Pemex tuvo responsabilidad en la explosión del 22 de abril, pero como persona moral no podía ser sometida a proceso penal”. Reitero: eso siempre su supo y así queda consignado en la historia.

Entonces, ¿para qué una discuilpa pública de Pemex? ¿Para qué una disculpa si quien la dará, lo haría -si lo hace-, por mera cortesía, como un simple trámite?

No. La verdad creo que también hay que dejar el discurso mediático viendo el retrovisor, cuando de lo que se trata es aprender del pasado para no incurrir en los mismos errores que terminan en tragedias.