Julio César Hernández
En este conflicto que vive el PRI, hay quienes advierten el rasgo del corporativismo en las listas de candidatos, un corporativismo que va desde los espacios tradicionales para los sectores como a otras instituciones u organizaciones ajenas al partido, apostándole a atraer nuevos y más votantes.
A diferencia de sus dos antecesores en la presidencia –Ramiro Hernández garcía y Javier Galván Guerrero-, que dieron un trato diferente a los sectores del partido, Guízar Macías regresó a la época en la que se les apostó todo a su favor.
La decisión de Galván Guerrero y Hernández García obedecía al desgaste natural de los sectores, a que ya no respondían al interés de la militancia en general y, mucho menos, aseguraban el voto de sus propios representados.
La “oxidación” de los sectores –acostumbrados a que las candidaturas las tenían aseguradas como una dádiva de su partido-, llegó a grado tal que prácticamente desapareció de la faz política el sector popular, aunque hubo quienes, en una lucha encarnizada, se disputaron su cadáver.
Ahora Guízar Macías le apostó a ellos, y ahí está que la mayoría de los dirigentes tienen una candidaturas asegurada, aunque nada asegura que sus agremiados sufragarán a favor de ellos.
Pero ahora se quiso ampliar el corporativismo y es por eso que se le otorgó una candidatura a las iglesias cristianas en la persona de Julio Escalona, candidato a diputado federal por el distrito diez, que tendrá como rival nada menos que el ex gobernador Francisco Ramírez Acuña. Con esta candidatura, se apuesta a que los aproximadamente 300 mil votos de cristianos en Jalisco sean emitidos a favor del PRI.
Y ahí estaba también la candidatura frustrada a regidor de Salvador Navarro en Tlaquepaque, como representante de ”La Luz del Mundo”.
Y qué decir de la candidatura a regidor en Guadalajara que se le otorgó a los “cúpulos” empresariales, en la persona de Mario Gutiérrez Treviño, presidente del Consejo Mexicano de Comercio Exterior de Occidente (Comce).
Todo esto también generó molestia al interior del PRI, pues se desplazaron perfiles mucho más rentables, con verdadera carrera partidista y capacidad para el cargo, para colocar ahí candidatos a los que se les apuesta, o apostaba, “a ver si cuajaban”.
Y esto también se lo “cobran” a Guízar Macías.