El próximo domingo el presidente Andrés Manuel López Obrador rendirá su sexto y último informe de gobierno y comenzará la cuenta regresiva para que 29 días después entregue la banda presidencial a Claudia Sheinbaum Pardo quien comenzará así a escribir parte de la historia política del país al ser la primera presidenta -con A, dice ella que debe de ser- de la República.
López Obrador encabezará un multitudinario evento en el Zócalo y ya advirtió que, en esta ocasión, su mensaje será algo extenso y, por tanto, durará un buen tiempo. Ojalá, y dada la similitud durante todo el sexenio, no sea como aquellos que acostumbraba pronunciar Luis Echeverría Álvarez.
Es interesante saber si Jalisco será tema en su informe, toda vez que prácticamente en los primeros dos años de su gobierno enfrentó la “embestida” -de hecho desde que ambos eran electos- del gobernador Enrique Alfaro Ramírez, que tuvo para los jaliscienses un alto costo reflejado en el poco apoyo que se recibió del gobierno federal y que aún hoy, al cierre de ambas administraciones, se sigue padeciendo tras el reclamo del mandatario jalisciense de que no se le ha reembolsado al estado un recorte por dos mil millones de pesos del presupuesto federal, entre otros pendientes.
El presidente Andrés Manuel nunca olvidará la postura envalentonada que asumió el gobernador Alfaro a partir de aquel mensaje que le envió desde la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres en noviembre del 2018 ni los discursos y acciones posteriores que concluyeron con la integración de aquella Alianza Federalista que dio cabida a los gobernadores antibradoristas, pero que fracasó en todos sus propósitos de poner “contra la pared” a López Obrador, pues éste se encargó de que cada uno de esos mandatarios terminara por retirarse del grupo opositor hasta su extinción.
Después de esto, y tras una visita a Palacio Nacional un 14 de febrero, día del Amor y la Amistad, la actitud del gobernador Alfaro hacía el presidente cambió radicalmente y fue cuando López Obrador comenzó a visitar más continuamente el estado, aunque solamente en aquellos casos que era estrictamente necesario hacerlo, casi siempre con el caso de la presa El Zapotillo.
Asimismo, fueron varias las ocasiones en que el gobernador Alfaro subía a sus redes sociales mensajes en video desde los jardines o afuera del Palacio Nacional informando que se había reunido con el presidente López Obrador, que hablaron de temas importantes para el estado y que se comprometieron apoyos para el estado que poco después llegarían. Lamentablemente, sin embargo, esos apoyos nunca se vieron en realidad, ni siquiera para aquellos proyectos prioritarios que el propio gobernador aseguraba que se había comprometido a apoyar el presidente de la República.
No podrá negarse que el sexenio de López Obrador fue el más “frío” que un presidente de la República haya tenido con una entidad tan importante como Jalisco. Y todo porque el gobernador en turno comenzó su relación con el “pie izquierdo”.
Esperemos, pues, para ver cómo será el cierre del sexenio federal en Jalisco. Aseguran que aún está pendiente la que podría ser la última visita presidencial para la inauguración de la Línea 4 del Tren Ligero, pero esta obra está cargada también de un fuerte tinte político que podría frustrar esa visita.
Y si no, al tiempo…