(Columna “Entre Semana”, publicada hoy en El Diario NTR Guadalajara)

Todo esperé escuchar ayer, menos que el gobernador Enrique Alfaro Ramírez festinara destacadamente que “en el Día de la Amistad me tocó platicar un rato con el presidente de México”, como si ese fuera un gran logro de un Mandatario estatal en un día tan especial para muchas parejas y amistades, así como para no pocos comerciantes que prácticamente hacen su “agosto” en febrero.

Pero no le quitemos el tono “romántico” a este encuentro de Alfaro con Andrés Manuel López Obrador que remató con un texto en Twitter donde presumió: “No todos los días el Presidente te acompaña a conocer Palacio Nacional”.

Sin embargo, la otra cara de la moneda de este sorpresivo encuentro del gobernador de Jalisco con el presidente López Obrador –porque cuidadosamente se ocultó previamente la audiencia-, es que el primero regresó al estado con las manos vacías, con muchas promesas de saliva y condicionado a que no adelantara detalles de los compromisos asumidos porque eso le corresponde venir a presumirlos al presidente de la República en su próxima visita el nueve de marzo.

El discurso de Alfaro Ramírez en un video desde uno de los patios de Palacio Nacional, difundido a través de sus cuentas en redes sociales, está enmarcado en el contexto de las hondas diferencias que tiene con su otrora aliado político y hoy presidente de México y sus airados reclamos de enfrentamiento por la falta de atención del gobierno lópezobradorista a los problemas de los jaliscienses.

Frases como “me trató con una gran amabilidad”, “estoy reconocido y agradecido por el tiempo que me concedió”, “me acompañó a conocer parte de Palacio Nacional que no conocía”, “vi un presidente comprometido con el bien de los jaliscienses”, entre otras, denotan deseos de reconciliación, de aceptación de que no es lo mismo tener enfrente al Presidente de la República que lanzar reclamos y calificativos a través de los medios de comunicación desde la entidad que gobierna.

En su video, Alfaro dice a los jaliscienses: “Pueden estar tranquilos sabiendo que su gobernador cuando tiene que alzar la voz, lo hace, pero que también tenemos la capacidad para encontrar los canales de entendimiento con quien recibió la confianza del pueblo de México para gobernar este país…”.

La verdad no hay motivo para estar tranquilos y sí muchos para estar intranquilos, pues creo que por “alzar la voz” Alfaro Ramírez recibió del presidente López Obrador otra vez las mismas promesas que le hizo cuando era presidente electo y que motivó su reclamo desde la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres: “Abordamos temas como la conclusión de la línea 3”, el proyecto “de la presa derivadora El Purgatorio”, “hablamos de la Línea 4, hablamos sobre proyectos metropolitanos, el libramiento a Puerto Vallarta”.

¿Qué no se supone que esos temas ya los habían abordado cuando ambos eran electos y López Obrador se había comprometido a apoyarlos? ¿No fueron estos temas los que motivaron el airado reclamo alfarista desde la plaza pública y en sus recorridos por los medios de comunicación de cobertura nacional? ¿Entonces?

¿A quién tranquiliza que de su encuentro con el presidente López Obrador, el gobernador del Estado solamente reporte que “hablamos de…, hablamos de… hablamos de…”, sin asegurar que se concretó algún compromiso en firme, en papel y con firma, y que no haya sido sólo de palabra?

Alfaro aseguró que “en su próxima visita hará él los anuncios de los acuerdos a los que llegamos”, lo que significa que fue despedido de Palacio Nacional con la orden de guardar silencio y dejar que el presidente se lleve los aplausos en su ya cercana visita a Jalisco, aunque con la experiencia pasada el gobernador debería confesar como Santo Tomás: “Hasta no ver, creer…”, pese a que fueron promesas en un Día del Amor y la Amistad.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.