Como si tuviera resueltas sus obligaciones fundamentales y como si sobrara el dinero público, el gobierno estatal en Jalisco, ha ido asumiendo y acumulando funciones en las que nada tiene qué hacer o en las que no tiene las capacidades para hacer un buen papel.
De esa manera, al desviar mucho dinero, personal y tiempo para atender estas labores descuida sus responsabilidades fundamentales, como las de dar seguridad a los jaliscienses, prevenir y combatir eficientemente los delitos, mantener y ampliar la infraestructura pública, ampliar la cobertura y mejorar la calidad de la educación, y garantizar el acceso de los ciudadanos a los servicios de salud con calidad y calidez.
Hoy el gobierno estatal, desvirtuando su naturaleza y funciones, es indebidamente:
– Promotor de espectáculos. Organiza y administra (mal por cierto) las Fiestas de Octubre, ahora intenta organizar en el 2017 el Festival Lollapalooza, patrocina el Festival Internacional del Mariachi, el Corona Weekend, el Force Metal Festival y muchos más, que muy poco o nada contribuyen a mejorar la calidad de vida de los jaliscienses.
De la misma manera que financia pistas de hielo en temporada navideña, albercas con toboganes en las vacaciones de semana santa y muchas ocurrencias más.
Además administra, también mal, teatros como el Alarife Martín Casillas y el Foro de Arte y Cultura.
-Productor de cine. Aunque usted no lo crea 13 millones de pesos del dinero de los jaliscienses se fueron para coproducir la película “Mr. Pig” que dirigió el actor Diego Luna y que fue un fracaso de taquilla.
-Transportista. Es propietario y administrador de las empresas de trasporte público urbano de pasajeros Sistecozome y Servicios y Transportes, ambas que constantemente tienen que ser rescatadas financieramente porque, de nueva cuenta, el gobierno es un pésimo administrador de empresas.
– Comercializador de artesanías. Con el Instituto de la Artesanía Jalisciense el gobierno se convirtió en promotor de la comercialización de las obras de los artesanos del estado. Por supuesto, en todos sus años de existencia, este organismo sirve para darle chamba a los cuates pero no ha servido para mejorar las condiciones de vida de los artesanos.
– Banquero. Administra el Fondo Jalisciense de Fomento Empresarial (Fojal) que también tiene que ser constantemente saneado y cuyos préstamos en realidad no han servido para generar empresas duraderas y exitosas.
Además administra los fondos de pensiones de los trabajadores al servicio del estado (Instituto de Pensiones del Estado de Jalisco), función que desde hace tiempo debió asumir un fondo privado de los que ya existen y que tienen mucho más conocimientos y experiencia en el manejo financiero y cuyas decisiones no estarían sujetas a caprichos políticos como lo fueron las irresponsables inversiones en las Villas Panamericanas y en el desarrollo turístico de Chalacatepec.
– Formador de Empresarios. Sí, el gobierno estatal a través del Instituto Jalisciense del Emprendedor (Ijaldem), de la Secretaría de Desarrollo Económico (Sedeco) y del mencionado Fojal intentan ¡formar empresarios!
Además de no ser su función, quienes son los “formadores” de los nuevos empresarios son burócratas que ¡nunca han tenido un negocio!
– Investigador de temas del federalismo. Aunque usted no lo crea, con el dinero de los jaliscienses el gobierno del estado sostiene un innecesario e inútil Instituto de Estudios del Federalismo Prisciliano Sánchez, que por supuesto en nada contribuye a mejorar la vida de la sociedad.
Bueno, ésta es sólo una parte de las múltiples actividades que el gobierno del estado se ha ido echando a cuestas y que nada o muy poco tienen que ver con sus atribuciones fundamentales. Y, claro que cada una de ellas representan multimillonarios gastos, utilización de mucha burocracia inútil, y desvío de la atención y el tiempo de los gobernantes en asuntos no fundamentales.
Pero ni los gobiernos municipales ni el federal se salvan de un análisis como éste. Todos han ido acumulando funciones que no les corresponden.
Llegó el momento de exigir gobiernos menos obesos, dedicados a sus tareas fundamentales, que destinen los recursos de la sociedad a las cosas que de verdad importan y apremian y que la administración pública vuelva a ser delgada y concentrada en sus verdaderas responsabilidades.
¡Zapatero a tus zapatos!