Vaya manera tan grosera de Jesús Pablo Lemus Navarro de utilizar la figura del destacado filósofo mexicano Agustín Basave Fernández del Valle, para satisfacer un interés muy particular de carácter electoral so pretexto de celebrar el centenario del nacimiento del distinguido jalisciense que se cumplirá hasta el próximo jueves tres de agosto. Quiero creer que Agustín Basave Benítez, hijo del homenajeado, aceptó e hizo acto de presencia por respeto a la memoria de su padre, aunque sería lamentable que se hubiese prestado al perverso juego del munícipe de Guadalajara.
El verdadero motivo de dicho homenaje quedó evidenciado con la mínima presencia de invitados que, si no exagero, ocuparon apenas las dos primeras filas del sillerío del salón de Cabildo de Palacio Municipal. El resto eran empleados del Ayuntamiento o simplemente numerosas sillas sin ser ocupadas.
La figura del doctor Basave Fernández del Valle merecía la presencia, más que de políticos -que apuesto ignoraban su existencia y ni siquiera por equivocación alguna vez leyeron, ya no digo sus obras, sino los títulos de las mismas, empezando por el propio presidente municipal-, de la clase intelectual de Jalisco, de la representación de las principales universidades instaladas en el estado, de la sapiencia jalisciense, de los hombres pensantes de la entidad. Su ausencia es otra prueba más del uso político-electoral que Lemus Navarro hizo del filósofo tapatío.
Rendirle un homenaje al también doctor en Derecho en temporada vacacional, es una muestra más de la verdadera razón -electoral- del reconocimiento, pero quizás las prisas de Lemus Navarro por llevarlo a cabo tenían que ver más con “sus” tiempos políticos y su ambición personal.
El doctor Basave Fernández del Valle merecía la presencia de la intelectualidad jalisciense y de jóvenes filósofos y estudiosos del tema, de juristas, no de un puñado de políticos ambiciosos y ansioso por alcanzar un próximo cargo de elección popular o de tomarse la fotografía o selfie con el alcalde de Monterrey, Luis Donaldo Colosio Riojas, por si llegara a ser el candidato presidencial de Movimiento Ciudadano, o con el ex presidente nacional del PRD, Basave Benítez.
Un vistazo a los discursos que se emitieron en dicho acto, demuestran el “abaratamiento” que Lemus y compañía hicieron de tan insigne figura. Palabrería y “politiquería” -diría López Obrador-, en pocos minutos. Nada que ver con el compendio de discursos y textos que se escribieron sobre él y editado por la Universidad Regiomontana (1984), en una obra que congrega 857 páginas, con motivo de sus 35 años de actividad docente y de investigación. O los recogidos en otra obra editada (1976) por la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Nuevo León, con 212 páginas.
Si hubiese sido un homenaje carente de todo interés electoral, cualquiera de los oradores hubiese tenido el cuidado de dar una leída a una de sus obras considerada un “canto de esperanza en el perfectible país del dedo” (Abelardo A. Leal Jr. Escritor y pensador neoleonés): Teoría de la Democracia. Fundamentos de filosofía democrática (1963), de donde bien hubiesen podido “hurtar”, elegantemente, uno de sus párrafos en coincidencia con los tiempos que vive el país. En esta obra, Agustín Basave afirmó:
“El camino hacia el poder y hacia el bien público temporal -meta jamás alcanzada definitivamente- está abierto para todos los ciudadanos. Gracias a la democracia hay sitio, en la vida socio-política, para la libertad y para el diálogo, para la crítica y para la autocrítica, para la tolerancia y para la esperanza”.
Pero no. Su nivel intelectual no dio para tanto. Era mucho exigirles. El mayor esfuerzo intelectual que hizo Jesús Pablo Lemus fue para decir: “Nuestra lógica ha cambiado con el eje Jalisco- Nuevo León, Nuevo León- Jalisco. Hoy más que competencia, nos vemos como socios complementarios”.
Lamentable, pues, el uso que Lemus Navarro hizo de la figura de uno de los grandes filósofos mexicanos, buscando congraciarse (“conseguir el afecto o favor de alguien”) con Agustín Basave Alanís, nieto del distinguido jalisciense y secretario general del Ayuntamiento de Monterrey que encabeza Colosio Riojas, y quizás con Agustín Basave Benítez, amigo de Dante Delgado, dirigente nacional de Movimiento Ciudadano.
Una vez más, Jesús Pablo cumplió el perfecto papel que mejor sabe hacer: el de “Lemus siendo Lemus “.