El próximo sábado 30 se sabrá si el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) en Jalisco aprendió la lección de ser, para su desgracia, un partido permanente y, al parecer, eternamente dividido cuando elija a su nueva dirigente estatal que vendrá a revelar a la “fantasmal” e intrascendente dirigencia que encabezó Katia Castillo Lozano, hoy flamante diputada federal.

Morena llegará a este proceso interno en un escenario completamente diferente al que enfrentaba antes del pasado 2 de junio, luego de que prácticamente arrasó en la elección de los cargos legislativos en juego, tanto federal como estatal, y obtuvo un buen número de nuevas presidencias municipales de las que gobernaba a partir del 2021, encabezando la coalición Sigamos Haciendo Historia. Hoy el panorama morenista es completamente positivo y optimista, pero…

Ese “pero” no es otra cosa que la honda división que caracteriza en Jalisco al partido que gobierna el país y que ha sido el principal obstáculo para que se convierta en un partido verdaderamente competitivo, donde los grupos internos anteponen su interés particular antes que el colectivo; donde la ambición de algunos se antepone al beneficio de muchos, hablando de la militancia y de los simpatizantes; donde el “canibalismo” al interior sigue siendo el sello característico del que se oferta como la mejor opción política para los jaliscienses.

Cuando podríamos afirmar que el futuro de Morena en Jalisco, luego del sábado cuando elijan a su nueva dirigencia, es de pronóstico reservado, la verdad es que ese futuro con toda certeza podemos pronosticarlo: la división y la disputa por el poder interno seguirá caracterizándolo como partido político, gane quien gane la presidencia estatal.

Y para este cargo se colocan en la línea de salida los nombres de la ex diputada Leticia Pérez Rodríguez y la de la titular de la Secretaría de las Mujeres del comité estatal, Erika Pérez García, también ex diputada y ex coordinadora de la bancada morenista en la LXVII Legislatura, aunque desde Tlaquepaque se busca colocar en la competencia a Perla Ávila, a quien presentan como “fundadora, luchadora y honesta”.

Detrás de la candidatura de Pérez Rodríguez, aunque no lo han hecho abiertamente, se ubica a la ex candidata a la gubernatura, Claudia Delgadillo González; al ex secretario de Organización del CEN de Morena nacional, Alejandro Peña; a la diputada federal Merylin Gómez Pozos; y hasta al ex diputado y ex candidato a la alcaldía de Guadalajara, José María “Chema” Martínez Martínez; en tanto que a favor de Pérez García se identifica al jefe de su grupo político, el senador Carlos Lomelí Bolaños, así como al coordinador de la bancada morenista en el Congreso, el diputado Miguel de la Rosa, principalmente; y atrás de Perla Ávila no se oculta la figura de la alcaldesa de la ex Villa Alfarera, Laura Imelda Pérez Segura.

Hay quienes advierten que Perla Ávila podría convertirse en una “tercera en discordia” si la contienda entre las Pérez -Leticia y Erika- se complica.

En esta contienda estará también a prueba la autoridad de la dirigente nacional, Luisa María Alcalde, que hace algunas semanas visitó el estado y se reunió con las “fuerzas vivas” del morenismo jalisciense, a las que llamó a la unidad y a construir un verdadero partido que garantice que en los próximos procesos electorales, del 2027 y el 2030, se convierta en la primera fuerza política estatal. El escepticismo porque ésto se convierta en realidad es más que justificado.

El reto que enfrentará quien sea la ganadora de la dirigencia estatal de Morena -que se apuesta podrían ser Leticia Pérez o Erika Pérez-, será lograr lo que parece un sueño imposible en Jalisco: unificar a todas las fuerzas y grupos dentro de Morena. Pero, para lograrlo, tendrá que atreverse a hacer algo que también resulta inimaginable: no someterse a los “padrinos” que las impulsan, sin que eso signifique “romper” con ellos, pero sí hacer valer que el poder de la presidencia la tiene quien la obtenga y no quienes las promovieron, porque entonces todo se mantendrá como hasta ahora: la división interna como sello particular.

Así, pues, los morenistas llegarán a su Consejo Estatal el último día de noviembre con la esperanza de que las ambiciones e intereses personales o de grupo se hagan a un lado y se cierren filas con quien resulte ganadora.

¿Ustedes creen que será posible? Yo tampoco…