Ayer eran los más fervientes defensores de Morena. Hoy son sus más acérrimos críticos. La diferencia en los tiempos es que eran defensores cuando aún no se decidían las candidaturas y abrigaban esperanzas de que fueran elegidos para algunas de ellas; y ahora son sus críticos cuando ya “destaparon” a quienes serán los próximos abanderados a los cargos de elección popular en juego y no resultaron favorecidos.
Así son las cosas en todos los partidos políticos, pero particularmente en Morena donde el “canibalismo” es el juego de moda entre las “tribus” que lo integran. Los adversarios de ayer son los aliados de hoy. Todos “hermanos” del mismo dolor: el haber quedado fuera de la lista de candidatos.
Por supuesto que la selección de candidatos morenistas no fue un dichado ni ejemplo de ejercicio democrático que presumen ejercer, pues mientras enviaron al senador José Narro Céspedes a realizar su propio proceso cuyo objetivo, al parecer, fue entretener y distraer a todas las corrientes internas y a los presuntos liderazgos, sin que el propio Narro se diera cuenta de cuál era el verdadero juego, la dirigencia nacional operó en otra pista la designación de los verdaderos candidatos y dejó “colgado de la brocha” al legislador zacatecano.
Mario Delgado Carrillo y Yeidckol Polevnsky llegaron a Jalisco y tras bambalinas definieron las listas de candidatos. Y así como llegaron se fueron, dejándole a Narro Céspedes un partido encendido en el que muchos de los aspirantes han decidido salir a las calles y plazas a manifestarse en contra de los dos arriba mencionados y hasta de Carlos Lomelí Bolaños, a quien en el reparto le correspondieron varios espacios para los candidatos de su grupo.
Y a José Narro no le quedó otra que sumarse a los inconformes, pues al parecer también fue engañado por sus dirigentes.
Sin embargo, las manifestaciones de protesta como la realizada ayer deja en evidencia que o el morenismo es muy pobre en Jalisco o que son los menos quienes consideran que salir a la calle a marchar, protestar y gritar consignas como “¡Morena no se vende, Morena no se vende, Morena no se vende…!” o mostrar mantas con leyendas como “Mario Delgado mentiste, traicionaste y engañaste traidor” “No más chapulines, no a las imposiciones”, es el mejor camino para obligar a sus dirigentes a rectificar sus decisiones.
Estas marchas y manifestaciones o la ola de críticas a través de las redes sociales, no logran penetrar en la población simpatizante de Morena y mucho menos en los beneficiarios de los programas sociales a los que este partido apuesta salgan a votar en masa en junio próximo para obtener l victoria, pues a ellos poco les importa quién es el candidato y si su designación fue justa o injusta, pues sólo esperan que llegue el día de la elección para cruzar en la boleta al partido del presidente y seguir beneficiándose de esos programas que ven traducidos en pesos contantes y sonantes.
Las “tribus” morenistas no lograr calar en el ánimo de las bases mayoritarias del partido. Al parecer se quedan solas.
Difícilmente los inconformes y quienes han salido a la calle a manifestarse podrán lograr que Mario Delgado y compañía cambien de parecer. “Palo dado ni Dios lo quita”. Y quienes no fueron ungidos como candidatos no tendrán mas que dos caminos: o se “alinean” y esperan lograr acomodarse en los espacios que los candidatos de Morena ganen o van buscando otro partido en donde la suerte les favorezca.
Y otros más simplemente esperarán a que llegue el tiempo para la elección de la dirigencia nacional y jugarla, porque si ya no fueron candidatos, no lograrán serlo a base de manifestaciones, marchas, gritos y pataleos.
O, bien, tendrán que hacer sentir su peso el día de la elección y demostrar que los votos que no emitieron a favor de Morena, fue la diferencia entre ganar y perder.
Y si no, al tiempo…