Una de las frases favoritas de nuestros políticos, de todos los colores, que les gusta expresar cuando ganan o pierden una elección es que “Ni las victorias son para siempre ni las derrotas tampoco”. Vamos, las cúpulas partidistas se resignan cuando pierden porque saben que más adelante pueden triunfar. Incluso, paradójicamente, algunos partidos ganan perdiendo.

Pero a lo que nunca se resignan es a perder el privilegio de las prerrogativas, de recibir dinero del erario público para vivir o sobrevivir. Y en este tema, el del financiamiento público a los partidos políticos, sus dirigentes recurren al discurso gatopardismo donde retóricamente proponen lo que consideran su mejor propuesta para reducirlo, pero siempre con el propósito de que todo quede igual.

En una palabra, en este tema cada partido político teje su propia trampa discursiva, con lo que ninguno manifiesta un compromiso honesto y genuino de reducir el millonario financiamiento que reciben año tras año, aún y cuando no hay elecciones, que para lo único que sirve es para incrementar su burocracia partidista.

Ayer, los diputados de Morena presentaron y sometieron a votación su iniciativa para reducir en un 50% el financiamiento público, pero sus votos y el de los legisladores del partido Encuentro Social fueron insuficientes para alcanzar la mayoría calificada requerida, ante la oposición de los diputados del PAN, del PRD, del Verde Ecologista, del PT y de Movimiento Ciudadano, por lo que dicha propuesta fue desechada.

Los legisladores de oposición alegaron que el partido en el gobierno cuenta ya con una estructura electoral que han creado a través de los programas sociales, que recibir la mitad del financiamiento no le afectaría; pero sólo los partidos Verde, PRD y Movimiento Ciudadano plantearon una propuesta diferente, a sabiendas de que sería rechazada.

El PAN, en voz del diputado Iván Rodríguez, argumentó la oposición de su fracción denunciando que la iniciativa morenista era con el objetivo de desviar y crear una cortina de humo porque estamos “al borde de una recesión, la violencia está desatada y el presidente no ha dado resultados en un año”; el PRI, vía Dulce María Sauri, señaló que esta propueta de Morena sería “el primer paso para morenizar ele sistema de partidos en el país, pues quiere volver movimiento a todos los partidos”; y el PT, por boca de Fernández Noroña, fue más rudo, pues dijo que estaban “en contra de la demagogia, de la hipocrecía, de la retóritca y la despolitización”.

Movimiento Ciudadano propuso financiamiento cero -que no aceptaron aprobar en Jalisco el sexenio pasado-, acompañado de una serie de medidas para una reforma más a fondo; el PT y el Verde argumentaron que la reducción podría ser entre el 55 y 60%, pero que el resto a repartir fuera de manera igual para todos los partidos; en tanto que el PRD planteó que se redujera el financiamiento, pero bajo la fórmula de repartir el 70% de manera igual a todos y no sólo el 30% como es actualmente.

Total, que en este tema todos los partidos coincidieron en dos cosas: una, en no despegarse de la ubre del financiamiento público; y dos, en “hágase la voluntad de Dios en los bueyes de mi compadre”.