Una vez más el tema de que exista o no la figura del legislador de mayoría proporcional o plurinominal -sea diputado o senador-, vuelve a estar en la mesa de las discusiones, luego de que ahora fue el presidente Andrés Manuel López Obrador quien se pronunció por su desaparición. La discusión no es nueva. Es un tema cíclico que mucho se ha discutido, pero nada se ha concretado.
Como diputado federal y presidente de la Cámara de Diputados, Francisco Ramírez Acuña presentó en 2010 una iniciativa para desaparecer los diputados y senadores plurinominales bajo el argumento de que esta figura ya había cumplido su misión; de que “hoy los mexicanos nos damos elecciones cien por ciento democráticas, no dejamos en entredicho quién ganó y quién perdió una elección, y que quien pierde ya no dice ‘me robaron'”.
Su propuesta generó una andanada de críticas de sus compañeros de la oposición. César Augusto Santiago, del PRI, dijo en aquella ocasión que era una propuesta “reaccionaria, anticuada y contraria a la corriente que lleva la discusión política en todo el mundo”, que era una iniciativa que “revive fantasmas y opiniones que ya estuvieron hace mucho tiempo sepultadas”; y que era una propuesta que “en el siglo XIX le hubieran aplaudido”. Emilio Chuayffet, también del PRI, señaló que era una iniciativa que no garantizaba “funcionalidad” en el Congreso; Guadalupe Acosta Naranjo, del PRD, la consideró una iniciativa “excluyente” y Gerardo Fernández Noroña, del PT, simplemente la calificó de “demagógica” y que sería “un retroceso del sistema democrático”. ¿Pensará lo mismo ahora que la propuesta viene del presidente López Obrador?
En enero de 2017, los diputados priistas César Camacho y Enrique Jackson presentaron una iniciativa para desaparecer 100 diputaciones plurinominales y las 32 senadurías por el mismo principio, con lo que se ahorrarían 2 mil millones de pesos a decir del entonces dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa. Luego esta iniciativa la modificaron, tras el sismo del 19 de septiembre, y propusieron la desaparición de todos los plurinominales, diputados y senadores, e inclusive legisladores estatales.
Más recientemente, en febrero de este año, diputados de Morena volvieron a poner el tema en discusión con la iniciativa que al respecto presentó el diputado Oscar Gutiérrez Camacho, quien dijo que la existencia de los legisladores plurinominales “ya no es lógica ni ajustada a las realidades del estado democrático en que vivimos”.
En las tres ocasiones -2010, 2017 y 2021- estas iniciativas fueron enviadas a la “congeladora” y ahí permanecen.
Ahora que en la “mañanera” el presidente López Obrador habló de enviar una iniciativa al Congreso para desaparecer los plurinominales, el tema vuelve a distraer -¿es el objetivo presidencial?- la atención de propios y extraños y provoca la discusión, una vez más, de la conveniencia o no de su propuesta y ejecución, ahora que aún puede tener la mayoría calificada en la Cámara de Diputados por ser una reforma constitucional.
Ha sido una tradición constante que los partidos políticos -todos- dejen los espacios plurinominales para sus mejores hombres, los de experiencia y capacidad política, que muchas veces por su falta de carisma o la dificultad de hacer “click” con el electorado no podrían ganar una elección en las urnas -y ejemplos hay muchos de esos-. Esta figura es para quienes son la “materia gris” del Poder Legislativo, para los también llamados “santones” de la política. Son los que le entiende a la política y no sólo les gusta. Sin duda, esta figura tiene su razón de existir, más allá de darle la oportunidad de que estén en la Cámara de Diputadas las minorías representadas.
Quizás el error fue elevar su número, porque de 100 que existían inicialmente se aumentó a 200 y es ahí donde se perdió la calidad legislativa y se dio entrada a la cantidad, para aquellos que por cubrir ciertos intereses fueron anotados en la lista plurinominal, por responder más a cuotas o a los cuates.
A reserva de lo que digan los analistas y especialistas en el tema, mi opinión es que los plurinominales deben seguir existiendo, pero en menor número. Un centenar podría ser lo más adecuado. Y es que simplemente imaginémonos la Cámara de Diputados sin la inteligencia, capacidad y experiencia de la mayoría de los plurinominales y sí con la presencia de cantantes, futbolistas, luchadores, locutores, actrices y personajes por el estilo que fueron postulados como candidatos y que, afortunadamente, en esta ocasión no llegaron a San Lázaro.
Por otro lado, hay quien se pronuncia porque en lugar de los plurinominales lleguen a la Cámara aquellos que contendieron en las urnas y quedaron en segundo lugar, los famosos de “repechaje” como los tenemos aquí en Jalisco. Sí, se dice que sería lo más justo porque ellos hicieron campaña y salieron a pedir el voto, pero basta plantear una pregunta: ¿Por qué vamos a enviar al Poder Legislativo a aquellos a los que los ciudadanos no les dieron su apoyo mayoritariamente, con lo que explícitamente les dijeron que no los quieren como diputados o senadores?
O sea, ¿se trata de ser justo con los candidatos que perdieron, pasando por encima de la voluntad popular?
Ahí se los dejo…