Por Julio César Hernández
En el mar de declaraciones vertidas por propios y extraños sobre la detonación de dos granadas en las inmediaciones de
Más adelante señaló que la agresión fue dirigida específicamente a las autoridades policíacas y no a la sociedad civil, y en eso coincidió el secretario general de gobierno, Fernando Guzmán, quien señaló que “es un ataque, precisamente, a la instancia que tiene la responsabilidad de la seguridad pública en el estado y estamos trabajando en ello”.
De todo lo anterior, me quedo con la primera declaración de Petersen Farah en el sentido de que con las explosiones del domingo por la noche se han encendido los “focos rojos”, porque no coincido con su visión –y la de Guzmán Pérez- de que no fue una agresión contra la sociedad civil sino contra las autoridades policíacas.
Y por qué es esto. Hagamos un recuento, en base a lo difundido, de los hechos:
– Las granadas nunca fueron arrojadas directamente al edificio de
– Una de las granadas fue arrojada al paso de un autobús de transporte de personal que circulaba por la avenida 16 de Septiembre y se detuvo porque los ocupantes bajaron a una tienda.
– La otra granada fue arrojada en dirección a la tienda Coppel.
– No hubo ni un solo elemento de seguridad herido.
– Y sí, en cambio, hubo seis personas civiles heridas: cinco adultos y un menor.
Con este saldo, ¿es posible creer que no se quiso dañar a la gente civil que en ese momento se encontraba o circulaba por este lugar?¿Acaso se requería que hubiera muertos para concluir que fue un acto terrorista como el de la noche del 15 de septiembre en Morelia? ¿Cómo puede llamársele entonces a este acto donde los heridos son civiles y no uniformados, en una nueva fecha tan especial para los jaliscienses como es el 12 de octubre?
Ya lo dijo Petersen: los focos rojos se encendieron en Jalisco.