Vaya tarea tiene encomendada la diputada federal jalisciense Verónica Juárez Piña, al convertirse en la nueva coordinadora de la fracción parlamentaria del PRD en San Lázaro, tras la renuncia de quien fungía como tal, Ricardo Gallardo, y ocho legisladores más.
A Juárez Piña le corresponderá coordinar a sólo 10 correligionarios que son los que conforman su bancada. De 19 que llegaron únicamente quedó una decena, con la legisladora jalisciense al frente.
Pero, ¿qué representa el PRD en el país? ¿Qué fuerza y peso tiene como partido de oposición? ¿Qué trascendencia tiene para la política nacional un partido que prácticamente vive con respiración artificial?
El PRD es uno de los partidos en México que tiene sus días contados tras la debacle electoral del 2018. Así lo han reconocido sus propios dirigentes que hoy no saben cómo resucitar un partido político que está destinado a desaparecer. Fueron desplazados por Morena, el partido que Andrés Manuel López Obrador creó para alcanzar la presidencia de la República, y para lo que no necesitó al PRD.
Es un PRD que no tiene una dirigencia formal, un presidente electo por su militancia, sino un encargado de despacho. Hoy Juárez Piña tuvo que entrar de emergente a coordinar a la bancada en San Lázaro, tras la renuncia de casi la mitad de sus diputados.
Verónica Juárez Piña tendrá que hacer un gran esfuerzo porque la voz del sol azteca se escuche dentro y fuera de la Cámara de Diputados, y para lograrlo dependerá de que sepa poner en marcha una política de comunicación efectiva que le permita estar en las primeras planas de los medios de cobertura nacional y los electrónicos, más el esfuerzo que se haga desde las redes sociales.
La clase política jalisciense podrá estar contenta de tener a una paisana como coordinadora de una fracción parlamentaria en San Lázaro, pero a la sociedad de Jalisco eso ya no le dice nada porque para ella el PRD está moribundo, es inexistente en la entidad y sólo recuerdan que sigue bajo el control del Grupo Universidad que está próximo a desecharlo para crear su propio partido político “Hagamos!”.
Así, pues, habrá que esperar si a Juárez Piña no le toca darle los “santos óleos” a su partido desde San Lázaro.