En el informe sobre Desarrollo Humano 2010. La Organización de las Naciones Unidas (ONU), señala que los subsidios directos, indirectos, ocultos y disfrazados que otorga los gobiernos federales, los estados y los municipios en todo el país.
Son perversos, dañinos, inequitativos además de que promueven la desigualdad.
El gasto público que se cuenta por miles de millones de pesos y que constituyen el principal instrumento para distribuir la riqueza y promover la equidad.
No está cumpliendo con el objetivo, por el contrario. En muchos casos contribuye a que los pobres sean más pobres y los ricos más ricos, eso dice el organismo.
Lo peor del caso, es que los diputados quienes supuestamente son los representantes de eso que se llama pueblo.
Cada año aprueban más recursos para subsidiar combustibles, el agua, la luz a los campesinos pobres y a los productores ricos.
No se trata de repartir subsidios como si fueran tortas ahogadas. Ni tampoco eliminarlos.
Nada más hay que dárselos a quien más los necesita, pero sin manipulación política-electoral.
Hay que acabar con el viejo adagio: “Un voto bien vale un subsidio”