Por Hugo Luna

Es tema de conversación entre “cuates” analizar y comparar  los avances y crecimiento de Brasil, con el pírrico crecimiento de la economía de mexicana.

En el país carioca, los gobiernos dan continuidad a la política económica. Es política de Estado, flexible para adaptarla a circunstancias cambiantes, pero mantienen las metas de largo plazo, sin importar colores e ideologías de los gobernantes.

Por supuesto que tienen problemas de pobreza y desigualdad social, pero cuando fracasó el programa de Lula da Silva contra el hambre, buscaron a quienes lo han hecho bien. Nuestro país envió a Santiago Levy (ex director general del IMSS, ex subsecretario de Hacienda, actualmente vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo), les explicó el programa Oportunidades y funcionarios mexicanos les enseñaron como aplicarlo.

Lula y Brasil están contentos.

Eso prueba, que en México sabemos hacer muchas cosas bien.

El problema es no entender que el crecimiento no es problema económico, sino político.  Esa es la diferencia, entre crecer y flotar.