“Se vuelven parte de ti, sin que tú lo pidas. Te levantas con el Estado Mayor Presidencial, te bañas con el Estado Mayor Presidencial, vas al baño con el Estado Mayor Presidencial”, narró Arthur Rüggeberg, ex amigo de José López Portillo

Jaime Ramírez Yáñez

Después del presidente de la república, sin duda la otra institución más importante en el país es el Estado Mayor Presidencial (EMP). Para no variar, fue motivo de queja durante la inauguración de la Feria Internacional del Libro (FIL), y es que, en el nombre de la protección del mandatario nacional, este organismo militar comete abusos sin que haya alguna autoridad que se lo pueda reclamar.

Inclusive en eventos en los estados de la república es frecuente que hasta los propios gobernadores se vean desplazados cuando el EMP “toma” los recintos, como se conoce coloquialmente a la acción del inicio del operativo de seguridad en los lugares a los que asiste el presidente. La FIL no fue la excepción en este tipo de tratamiento operativo, cuando prácticamente secuestraron Expo Guadalajara.

Para algunos estudiosos del tema, la existencia del EMP, dadas sus formas de proceder es un organismo que ostenta facultades meta-constitucionales, algunas que en varios sentidos están fuera de las decisiones del propio presidente de la república.

Un ejemplo. En una ocasión, Miguel de la Madrid Hurtado asistió al teatro Degollado para encabezar una ceremonia. Al final, su amigo —más bien su segundo padre—, el doctor Miguel Ahumada Padilla lo invitó a su casa a comer y le dio su domicilio, por avenida La Paz. De la Madrid le dijo al chofer que se iba a dirigir ahí para corresponder a la invitación.

El general de división Carlos Bermúdez, quien era su jefe del EMP, lo tomó del brazo y le dijo: “Señor presidente, nos vamos al aeropuerto, la visita con su amigo no está programada”. Entonces el automóvil del presidente enfiló su marcha… al aeropuerto.

A través de la historia, el EMP ha recibido varias denominaciones: Ayudantía General, Estado Mayor Facultativo, Cuerpo Especial de Estado Mayor del Presidente de la República, hasta llegar a su nombre actual.

Su origen se remonta al establecimiento de la república, cuando en 1824 el primer presidente de México, el general Guadalupe Victoria, creó una Ayudantía General. Más tarde, el gobierno del general Mariano Paredes y Arrillaga decretó el 27 de julio de 1846 la creación de un Estado Mayor Facultativo, que estaría bajo las órdenes del titular del Poder Ejecutivo, quien reglamentaría sus labores.

Durante el periodo revolucionario, en el gobierno de Francisco I. Madero, el Estado Mayor Presidencial funcionó basado en la Ordenanza General del Ejército, expedida el 11 de diciembre de 1911. Ya en la época posrevolucionaria, el general Manuel Ávila Camacho, el 12 de enero de 1942, se reformó la Ley Orgánica del Ejército y Armada Nacionales de 1926, motivo por el que se transformó la Ayudantía de la Presidencia en el Estado Mayor Presidencial. El 15 de abril de 1942, para afrontar la situación impuesta por la Segunda Guerra Mundial, se expidió el Reglamento del Estado Mayor Presidencial, en el que se asignó al organismo la función de auxiliar al presidente de la república en la preparación y organización militar, económica, legal y moral del país, para la guerra.

Finalmente, el 16 de enero del año 2004, Vicente Fox Quesada expidió el nuevo Reglamento del Estado Mayor Presidencial, que se difundió a través del Diario Oficial de la Federación el 23 de enero del mismo año.

En este ordenamiento quedó asentado que “el Estado Mayor Presidencial, por la naturaleza y trascendencia de sus misiones, demanda de sus integrantes un apego irrestricto a los valores éticos y morales, que si bien son comunes en las Fuerzas Armadas, adquieren en este organismo especial relevancia. La lealtad, la honestidad, la discreción y el profesionalismo son fundamentales en el código de conducta cotidiana”.

En 1975 había dos familias que se frecuentaban, muy cercanas entre sí, la del presidente José López Portillo y la familia de Arthur Rüggeberg. Entre ellos ocurrió un problema grave cuando Arthur se enteró de que su hijo Kenneth —quien se suicidó finalmente en noviembre de 1998— en realidad era hijo del presidente. Entonces vino el rompimiento entre ambas familias.

De aquella época, Arthur Rüggeberg recuerda el acoso que sufrió por parte del EMP: “Se vuelven parte de ti, sin que tú lo pidas. Están contigo las 24 horas, te levantas con el Estado Mayor Presidencial, te bañas con el Estado Mayor Presidencial, vas al baño con el Estado Mayor Presidencial, vives todo el día con el Estado Mayor Presidencial, y duermes con el Estado Mayor Presidencial. Es agobiante, es enfermante.

“Es un servicio no solamente de seguridad, sino de inteligencia, porque están llevando un registro meticuloso, constante, permanente, de todas las actividades, tanto de la familia presidencial como de los allegados. Los miembros del EMP son los ejecutores del poder de la Presidencia, quienes cumplen caprichos y encargos de la familia real”.