Pemex contra reloj

Por: Hugo Luna

En los últimos días hemos observado el comportamiento de los precios de la mezcla mexicana de petróleo otra vez rondar los 75 dólares el barril, un hecho nunca visto en décadas. Pero como si fuera una maldición, no podemos aprovechar los elevadísimos precios del petróleo, siendo nosotros un país con crudo en el subsuelo.

Vivimos una disyuntiva con Pemex, como si estuviéramos en el surrealismo total. Tenemos petróleo pero no podemos extraerlo por estar en aguas profundas del Golfo de México. No tenemos la tecnología ni el dinero para extraer a mil metros de mar profundo.

Contamos con el principal auge en los precios del crudo cuando los futuros del Brent ya se acercan a los 94 dólares el barril, pero nosotros tenemos un costo cada vez mayor: importar refinados. Es absurdo que tengamos que importar el 38 de la gasolina, y una porción creciente de gas natural, cuando la gasolina podríamos refinarla en México y el gas natural extraerlo del subsuelo nacional.

Nuestra carta magna actual le impide a Pemex asociarse con petroleras para la explotación en el Golfo de México, tal y como podría ser con Petrobras en Brasil. Le impide completar la inversión pública con privada, allí donde se necesita, como las refinerías.

Reza la publicidad institucional: Pemex es de los mexicanos. Ni siquiera eso podríamos decir porque, por falta de una reforma fiscal integral y de Pemex, los recursos de la paraestatal complementan el gasto corriente del gobierno. Una tercera parte de las finanzas públicas está petrolizada. Y si quisiéramos irnos a la parte elemental, la del ciudadano común y ordinario, tampoco podemos decir que Pemex nos sirva de mucho, al tener una gasolina carísima por tanto impuesto.

La paraestatal debe cambiar. Incluso priistas, como el senador Francisco Labastida, han cabildeado a favor del cambio en Petróleos Mexicanos.

Lo peor es quedarnos como estamos: eso si; con un discurso nacionalista que sólo sirve a unos cuántos, pero sin que Pemex pueda salir adelante, como lo que realmente es: un verdadero tesoro nacional.