Alfonso Javier Márquez

Desde la noche de este jueves, en Jalisco ya estamos hablando de otra cosa. Ya el discurso de Emilio González Márquez en el sentido de que “aquí las cosas no son como en el Distrito Federal” hablando de la seguridad pública están fuera de lugar.

La oleada violenta previa al fin de semana pone de manifiesto que Jalisco no está tan exento de lo que vive el resto del país, recrudecido en ciertas zona geográficas como Michoacán y la misma Ciudad de México.

El día de la reunión de la Gran Alianza por la Seguridad en la que el gobernador fustigó a uno de los participantes en el sentido de que aquí no aplicaba el discurso de Alejandro Martí de “Si no pueden renuncien”, esta ahora mas vigente que nunca.

Es cierto, cando cayeron las primeras granadas contra la Secretaría de Seguridad Pública del Estado, gracias a la policía de Guadalajara y a un golpe de suerte lograron detener a los autores materiales del suceso; lo mismo ocurrió, pero ahora no tanto por la suerte sino por razones sospechosas, cuando evitaron la ejecución de un narcotraficante al que venía a matar un convoy de  “Zetas” interceptado por policías de Zapopan y estatales en periférico donde ya los esperaban, -allí lo sospechoso-.

Esos dos hechos, tomados como referencia por el gobernador, puestos en perspectiva frente a las granadas y morteros de Lagos de Moreno y la granda contra el módulo de la policía de Zapopan, se ven muy lejanos, igual que la tranquilidad con la que caminábamos hace muchos años por las calles.

Cuando empezó esta campaña de la sociedad contra la violencia y la inseguridad, muchos esperábamos que las cosas mejoraran, no que empeoraran como ocurrió.

Pero la inseguridad no son esos hechos de por si escandalosos que principalmente tienen que ver con policías y la delincuencia organizada. A  la par de esto se vino una escalada de asaltos a mano armada y robos a civiles incontenible. Una muestra: tan solo en una semana en la manzana de la radiodifusora donde trabajo “cristalearon”  siete automóviles para robarles lo que traían en su interior.

Está claro: las autoridades de Jalisco no pueden. Lo malo es que no lo admiten y lo peor es que pretenden minimizarlo ante los ojos de la sociedad.

Ya no se trata de hechos aislados. Estamos en una guerra de la delincuencia en contra de las corporaciones policiacas de Jalisco. Exactamente igual que en Chihuahua, Tamaulipas, Michoacán, Guerrero, Sinaloa y el Distrito Federal. No estamos exentos de la violencia y eso debe quedar claro. Ya no es Jalisco “la tierra donde viven las familias de los narcos y por eso no pasa nada aquí”. La guerra que se vive en otras geografías se vive aquí también, estamos ya en la lista de los focos rojos de la inseguridad del país y sería muy buen comenzar por admitirlo para tomar decisiones que nos lleven a soluciones. Se necesitan “pantalones” para sofocar este connato de incendio violento con características de incendio debastador, la pregunta es ¿los tendrá el gobierno de Jalisco?.