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Gilberto Pérez Castillo
Cuando visite mañana Tlajomulco, en su gira de apoyo a los candidatos del PT y Convergencia, Andrés Manuel López Obrador escuchará las quejas de muchos habitantes de ese municipio por el desorden urbano que vive ese municipio y por el deterioro de la calidad de vida que éste ha traído a decenas de miles de familias.
AMLO oirá que dicho desorden urbano ha sido provocado por la autorización indiscriminada de fraccionamientos en un municipio que nunca estuvo preparado, ni con la infraestructura ni con la estructura administrativa, para recibir a las decenas de miles de familias que de golpe llegaron a habitar Tlajomulco.
Por supuesto que dicho crecimiento anárquico tiene que ver con la corrupción de quienes han gobernado al municipio en los últimos lustros y con la coparticipación de uno que otro Regidor de oposición -como Enrique Alfaro Ramírez- que pusieron su granote de arena contribuyendo a que las cosas sucedieran gracias a las componendas con quienes estaban en el poder.
Le bastaría a AMLO mandar a hacer una revisión de los fraccionamientos que se aprobaron o recibieron -sin cumplir con las normas ni con las condiciones de infraestructura mínima- durante la gestión del panista Andrés Zermeño Barba, contando con la complacencia y el apoyo del entonces Regidor Enrique Alfaro, a quien el ex candidato presidencial ahora viene a apoyar.
También sería sano que AMLO investigara cuántos fraccionadores recibieron los apoyos de cabildeo que el propio Enrique Alfaro hizo con el alcalde Zermeño.
Con una investigación mínima, Andrés Manuel López Obrador entendería lo paradójico que resulta que ahora Enrique Alfaro, como candidato a Presidente Municipal de Tlajomulco por el PRD-PT, ofrezca limpiar una casa que el mismo contribuyó a ensuciar.