Por Julio César Hernández
Juventino Jiménez Fernández, vecino de la colonia Monumental, es uno de los “priistas” cuyo proceso de expulsión está en manos de
Hoy Juventino Jiménez está arrepentido. Ya renunció al PAN y reconoce que esta afiliación le costó no ser nominado consejero político del PRI en Guadalajara, pero le dice a su dirigencia que “podrán seguir contando conmigo en todo lo que se necesite para sacar del gobierno al PAN derechista, fascista y retardatario del progreso del país, del estado y de nuestra ciudad.
Se cree que los priistas que se afiliaron al PAN lo hicieron animados por ex priistas como Quintín Vázquez. Pero no. No es el caso de Juventino Jiménez, quien lo hizo a cambio de recibir un favor, como lo revela en una carta enviada a la dirigencia del PRI tapatío.
Cuenta que su hermano fue detenido por
“Me acerqué a un ex compañero de universidad, militante del Partido Acción Nacional, y en mi conmoción emocional, le solicité de favor que me ayudara para salir adelante con el problema judicial, y le solicité que me concertara una audiencia con el Procurador (…), quien también es panista, pero dicho ex compañero me condicionó la supuesta ayuda y me ‘sugirió’ que me afiliara a Acción Nacional…
“Por lo que me afilié como miembro adherente de Acción Nacional, con la esperanza (que a final de cuentas resultó vana e infructuosa) de auxiliar a mi hermano por esa vía… Estoy conciente que cometí una grave falta deslealtad hacia mi partido (…) (pero) como una excluyente de responsabilidad a mi falta, puedo argumentar que fueron: el miedo grave y el temor fundado…”.
Lo denunciado por Juventino Jiménez ¿será, acaso, otra modalidad que algunos panistas aplican para sumar militantes adherentes a su partido, a fin de sacarles provecho luego cuando de aspirar a una candidatura se trate? ¿Sabrán los dirigentes estatal y municipales –en este caso Eduardo Rosales y Manuel Romo-, la forma en que son sumados nuevos militantes a su partido?
Ahí está la denuncia. ¿Serán capaces de actuar en consecuencia?