Ayer por la noche, el rector general de la Universidad de Guadalajara, Ricardo Villanueva Lomelí, escribió en sus redes sociales: “A los reporteros y reporteras que estuvieron esperando entrevista el día de hoy… ¡¡Gracias!! Y en verdad,una disculpa por no poderles atender. Eso sí: si mañana van a cubrir los informes ¡ahí platicamos de todo lo que quieran!…”.
¿Cuál fue el motivo por el que no pudo atender a los reporteros al finalizar su encuentro con el gobernador Enrique Alfaro y el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández? En estos casos no hay otro motivo que no haya sido porque así lo acordaron los tres participantes, pues ninguno de ellos dio la cara a los medios de comunicación ni hubo un comunicado conjunto o individual. Incluso, el secretario Adán Augusto ni siquiera quiso dejar huella de su visita a Guadalajara, de que se estuvo en la residencia oficial del gobernador, Casa Jalisco, y de con quiénes se reunió. Mucho menos el motivo.
Villanueva Lomelí, en su “Carta Abierta a la Comunidad Universitaria y a las y los Jaliscienses”, se pronunció por un diálogo con el gobernador Alfaro Ramírez “de cara a la sociedad”, y muchos medios de comunicación interpretaron que exigía un encuentro público, con presencia de medios de comunicación, condición que, por supuesto, nunca iba a aceptar el Mandatario estatal y, mucho menos, el secretario de Gobernación.
Entonces Ricardo Villanueva tuvo que ceder.
Pero, ¿acaso no pudo siquiera convencerlos, ya no digo de ofrecer una conferencia de prensa -rueda de prensa, imposible, para evitar preguntas-, sino cuando menos de elaborar un comunicado de prensa que permitiera conocer los alcances del diálogo que sostuvieron? ¿O sólo tenemos que enterarnos públicamente de sus pleitos, gritos y escándalos, y no de sus acuerdos o primeros pasos para restablecer la buena relación que mantenían en las elecciones de 2018 y antes de que el gobernador se enojara, les declarara la “guerra” y les quitara los 140 millones de pesos?
No. El rector Villanueva comentó ayer que platicaría con los reporteros que acudieran a los informes de rectores programados para hoy, mientras para el gobernador no sucedió nada trascendente ni importante ayer. La conclusión parece ser: que se conozcan nuestros pleitos, pero no nuestros acuerdos… “en lo oscurito”.
Así resumo lo sucedido ayer, robándome la frase de un excelente observador del acontecer público, universitario y político: “Cartas Abiertas”… reuniones privadas.
Pero amén de lo ya comentado en nuestra entrega anterior de hoy, vale la pena referir algunos apuntes que he recogido de analistas y conocedores del acontecer político sobre este encuentro, además de la imagen que proyectan los protagonistas en las sólo dos fotografías oficiales que compartieron en sus redes sociales Villanueva y Alfaro.
Por ejemplo, me plantean: ¿Por qué salirse a platicar a medio jardín de Casa Jalisco cuando los termómetros a esa hora marcaban una temperatura mayor a los 30 grados, portando saco Villanueva y López, y chamarra Alfaro? ¿Por qué no dialogar en uno de los varios salones que cuentan con aire acondicionado? ¿O por qué, cuando menos, salirse en mangas de camisa -sin sacos ni chamarra-? ¿O acaso los jardines de Casa Jalisco son tan frescos que obligan a portar saco, suéter o chamarra en pleno solazo? De las casi tres horas de duración que tuvo el encuentro, ¿cuánto tiempo dialogaron en los jardines? ¿Sólo entraron para comer?
Pensemos mal, me refieren: ¿Acaso temían o desconfiaban de ser grabados? ¿Fue, entonces, una reunión desde la desconfianza? ¿O no es para tanto? ¿Por qué dialogar en un jardín? Y es que de acuerdo a las fotografías compartidas, ese momento no se ve que haya sido de “relax”, un momento de distracción o simplemente para “tomar aire”. No, dialogar o platicar en el jardín tuvo una razón de ser. Y máxime de los interlocutores de os que se trataba.
La verdad es que este encuentro tripartita dejó más dudas que respuestas (lo buco, lo buco y no lo buco, dicen los yucatecos -cortesía de una interlocutora en un chat-). De ninguna manera esta reunión dio certeza de que, ahora sí, comenzó el camino para la reconciliación entre Enrique Alfaro y los padillistas del Grupo Universidad. Si acaso, sirvió para que las partes midieran fuerzas ante un testigo de calidad, el secretario de Gobernación, cuyas consecuencias de su presencia seguro se conocerán más adelante.
Y si no, al tiempo…