Alfonso Javier Márquez

A nadie le conviene lo que pasa en Jalisco con el gobernador Emilio González Márquez. A nadie. Ni siquiera a la oposición… Decir, “que corran al gobernador” es fácil, pero en la realidad es un proceso muy difícil y doloroso para un estado con impacto en lo económico, político y social.

La Constitución no la pone fácil con el proceso de retiro del cargo de un mandatario estatal. Son dos las vías posibles y la primera se ve difícil dado el comportamiento del actual gobernador que cada que comete un error parece no darse cuenta y además porque ha sido insensible a la inconformidad generalizada en la sociedad no solo por sus acciones, sino por su persona.

La primera vía sería que él solicitara licencia. La segunda, una solicitud de revocación de mandato; un proceso complicado para el que existen lagunas en la constitución ya que el senado de la República tendría que decretar la desaparición de poderes en el Estado y para ello antes tendría que determinar que existe ingobernabilidad lo que significaría que ni el legislativo, ni el judicial funcionan cuando en realidad el único inmerso en problemas es el jefe del poder ejecutivo.

Es grave lo que hizo el mandatario al mentarle la madre a los opositores al donativo de los 90 millones (y a los donativos previos y posteriores) pero hay que tener cuidado con lo que se desea. Nos podría ir peor a los jaliscienses con la caída del gobernador. Es cierto, hay una gran molestia contra Emilio González Márquez pero hay que pensar a donde nos va a llevar este que para muchos es coraje y para otros es rabia.

Pedir perdón no ayuda mucho ante la población en general. Por Internet abundan los mensajes, correos, videos y hasta formatos para imprimir calcomanías contra el gobernador del estado, en los cafés en las plazas la gente manifiesta su repudio ya no al donativo, ahora directamente dirigido contra Emilio González Márquez quien parecía no poder tener peor crisis que la de la cancha de squash que construía en Casa Jalisco, luego vino la de sus hermanos y parientes en la nómina del Gobierno, hasta llegar al “placazo” y luego tuvo la del donativo de los 90 millones que parecía el punto máximo de los errores que se pueden cometer hasta que superó sus propios alcances con

la borrachera que se puso en Tequila, Jalisco para terminar mentando madres y diciendo que le “vale madre” que se opongan al dinero entregado a la iglesia.

Con todo y esto y lo difícil que se ve la reconciliación con la gente de Jalisco hay que pensar muy bien si conviene el cambio de gobernador.