Por Hugo Luna

¡Hay que hacer cambios! Claman los jaliscienses.

La discusión para decidir cuánto Estado necesitamos y cuánto Estado estamos dispuestos a tener.

Muchos ven con envidia el despegue de localidades como Cancún y Aguascalientes apenas hace unos años tenían un nivel desarrollo económico y social similar al nuestro.

Nuestro problema ha sido nuestra incapacidad para convertir todos los procesos de decisión en confrontación en la cual predomina la confrontación entre propios y extraños.

El mejor ejemplo son los debates por el presupuesto local.

En la desesperación por ganarlos, nadie, ni Emilio, han vacilado en enfrentar entre sí a los sectores de la sociedad.

El gasto del gobierno estatal empieza a convertir el proceso en un juicio sumario de los servidores públicos.

Han subido de tono las discusiones. Y, pienso, que existe un irresponsable cultivo de los resentimientos y rencores que necesariamente se acumulan en toda sociedad, sobre todo en una tan desigual como la nuestra.  

En este clima tan celosamente cultivado por la clase política, difícilmente conseguiremos los acuerdos que permitan a Jalisco fijarse un objetivo a largo plazo.

Con estas  condiciones, ¿cómo acordar políticas públicas de largo plazo que trasciendan los sexenios, trienios y las barreras partidistas?

¿Cómo acordar las políticas públicas que empiecen sistemáticamente a reducir la desigualdad y la pobreza?

¿Alguna vez lo hicimos? Probablemente las circunstancias son distintas. Es cierto, pero no son distintas la desigualdad y la pobreza.

Ese es el reto para esta generación de políticos llámense Aristóteles, Miguel Castro, Héctor Vielma, Enrique Alfaro, Antonio Mateos, Jorge Salinas, Yanjo Razón, Guillermo Martínez Mora y otros.

Combatir la desigualdad y la pobreza con las herramientas de políticas públicas a largo plazo.

Para eso claro, hacen falta políticos con visión de Estado, no una simple visión de gobierno bananero.