Por Hugo Luna

La democracia es una carrera con obstáculos singulares para manejar las finanzas públicas. Con eso contribuyeron los apóstoles de la transición y la alternancia.

El presupuesto de ingresos y el que apruebe el Congreso para el gasto, sólo atienden el problema principal: la mala situación de las finanzas del gobierno.

La gradualidad de aumentos o rebajas de impuestos siempre serán un reto en los regímenes democráticos.

Ningún político, funcionario o legislador, puede perder de vista el costo electoral de este “sacrificio”.

El gobernador del Banco de México Guillermo Ortiz Martínez se muestra optimista respecto al futuro de la economía mexicana.

La conoce como nadie. Es realista, por eso sorprende su definición de ayer.

Manifestó que es fácil arreglar los problemas de México, en términos estructurales y económicos, pero faltan acuerdos políticos.

Ah, que caray.