Por Hugo Luna

Todo mundo sabe que se abandono al campo a la suerte del gobernante en turno. La realidad es que tenemos que importar más del 70% de maíz y arroz a precios elevados. El rollo que trae el gobierno estatal en el sentido de crear centros de valor en las regiones para las cadenas productivas no funcionará si no se cuenta con un mínimo de soberanía alimentaria.

Esta claro que ha fallado la visión de varios gobiernos en su política agroalimentaria. Hoy vemos como la Federación está siendo mucho más pragmática. No sólo está canalizando el mayor presupuesto al campo, sino que reconoce los hierros torcidos. Actúa en consecuencia al momento de liberar cupos de importación y reduce aranceles en maíz, trigo, arroz, fríjol.

Pero, Esta disposición emergente no nos lleva a una política de largo plazo en el sector rural. Hoy por hoy este sector merece otro tratamiento y no observarlo como un lastre. La imperiosa necesidad de ligarlo a las nuevas tendencias como lo son: los organismos genéticamente modificados, asociar la bioeconomia y bioenergéticos, promover e introducir más denominaciones de origen y mercadotecnia agroalimentaria. Urge hacerlo rentable.