Por Julio César Hernández
El doctor Raúl Vargas López recibió ayer, poco después del mediodía, su constancia de mayoría que lo acredita como el nuevo presidente del Comité Directivo Estatal del Partido de la Revolución Democrática en Jalisco, en sustitución de Gabino Berumen Cervantes.
En su discurso, Vargas López -excandidato a la gubernatura y ex vicerrector de la Universidad de Guadalajara- reveló su aspiración por hacer del PRD un partido nuevo, un partido que represente una opción de gobierno para los jaliscienses, y agregó:
“Juntos haremos de éste nuestro partido, un partido de izquierda, un partido que reconozca que la sociedad de Jalisco está esperando, desde hace un tiempo, que la izquierda en Jalisco se signifique como una izquierda que tenga una participación más proactiva, particularmente por los movimientos civiles…”.
Sin duda que antes que nada, el doctor Vargas López tendrá que trabajar árduamente para acabar, de una vez por todas, con las diferencias -más allá de las naturales- que caracteriza a los perredistas y que no sólo desconciertan a los ciudadanos sino que envían mensajes encontrados sobre el rumbo, el camino que llevan los priístas.
De entrada, ahí está el hecho de que quien será su compañero de trabajo como secretario general, Marco Jasso, desestimó la ceremonia de entrega de constancias y brilló por su asuencia. Y ahí están de ejemplo las diferencias, y hasta los enfrentamientos, que han protagonizado los diputados Samuel Romero Valle y Enrique Alfaro Ramírez.
Es más, a lo largo de los años, aun siendo únicamente dos legisladores en el Congreso, ¡nunca se han podido poner de acuerdo! Prácticamente siempre terminan “de la greña”.
Creo que ahí está la primera y urgente tarea que Vargas López tiene que atender. Para empezar, debe convencer a su correligionario Marco Jasso de trabajar en mancuerna, aunque no dudamos que el factor “pejista”, en estos tiempos, terminará contaminando a la dirigencia perredista en Jalisco.
Y si no, al tiempo.