Por Hugo Luna

En 2005 la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM) buscó reestructurarse, pretendiendo evitar ambigüedad en sus acciones. La CEM sintetiza las 27 comisiones episcopales en sólo nueve, proyecto que fue votado por mayoría, proceso que es conducido por el obispo de Texcoco, Carlos Aguiar Retes, Presidente de la Conferencia. Prelado inteligente y sensible, representa una generación de obispos que contrapone y releva los tradicionales liderazgos toscos encarnados en los cardenales; Norberto Rivera Carrera y Juan Sandoval Iñiguez.

Roma esta interviniendo y el propio papa Benedicto XVI ha tenido encuentros privados y directos con los obispos en la llamada visita “ad limina”, desde 2005 hasta la fecha, donde el pontífice ha expresado que la Iglesia católica mexicana debería seguir siendo rectora de los valores morales de la nación y ser un factor coadyuvante de la transición y consolidación democrática de México.

Ahí también manifestó que la Iglesia tiene un papel central para contribuir a enfrentar el narcotráfico, la pobreza, las migraciones y, sobre todo, la corrupción de altos funcionarios públicos. Igualmente hizo énfasis en que la Iglesia mexicana debe mantenerse al margen de las posturas, intereses y proyectos político partidarios.

Nuestros políticos han interpretado como injerencistas las afirmaciones del Papa, pero en realidad los destinatarios del mensaje son los propios obispos; la preocupación del Vaticano es que la Iglesia mexicana no ha acabado de acomodarse ni en la alternancia ni en la transición democrática.

La estrategia elegida por los obispos, desde su encuentro con el pontífice, ha sido arreciar su postura sobre la relación entre la ética y el cuestionamiento muchas veces inconsistente a la clase política. El momento culminante se vivió hace unos meses en torno a la despenalización del aborto en la ciudad de México y luego en todo el país. Sin embargo, el debate mediático han subido de tono al constatar los continuos posicionamientos de los obispos en torno a la píldora, el aborto, la homosexualidad, la familia, eutanasia y las uniones de convivencia y abusos sexuales de sacerdotes contra menores por mencionar algunos; son temas de confrontación política.

Su tradicional crítica al modelo económico neoliberal, la aspiración de poseer medios electrónicos de comunicación e impartir instrucción religiosa en las primarias públicas, la jerarquía ha demandado cambios constitucionales que le permitan un mayor campo de maniobra y, por tanto, un mejor posicionamiento en la sociedad.

Ante el clima de la reforma del Estado próxima, de cambios y modificaciones constitucionales que flotan en el ambiente, la jerarquía lanzó sugerencias de cambios bajo el argumento de que las reformas constitucionales de 1992, son ahora insuficientes y se debe dar un nuevo paso tendiente a lograr la plena libertad religiosa que requiere nuestro país.