El “portazo” que le dieron al dirigente sindical de los empresarios, Oscar Benavides Reyes, en la sala de ajuste de tiempo de Expo Guadalajara, previo al informe de actividades de Enrique Michel como presidente del CESJAL, fue la “cereza del pastel” de la relación entre el Ejecutivo estatal y algunos dirigentes empresariales.
No es la primera vez que hablamos aquí de la pésima relación que algunos “cúpulos” de la IP tienen con el mandatario estatal, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz. Ejemplos de ello los hemos puesto de manifiesto aquí, pero la verdad lo único que faltaba para confirmar el grado de descomposición de esta relación era un hecho como el mencionado: prohibirle el acceso a Benavides Reyes a un salón donde se encontraba el Gobernador.
Este hecho no debe de tomarse a la ligera ni menospreciar, pues la relación que ha guardado Benavides Reyes con el Ejecutivo estatal debe ser una “alerta” y llamada de atención para el sector privado que terminará “pagando” los “platos rotos” de quien hoy no es su interlocutor ante el Gobierno estatal.
Las “luces rojas” deben de encernderse al interior de la IP, sin duda.
Valga subrayar que el vergonzoso momento por el que pasó Oscar Benavides fue “ventaneado” por su cómplice político y también ex dirigente sindical, Pablo Lemus Navarro, a través de su cuenta de Twitter. Ignoramos con qué intenciones lo “ventaneó”.
Pero no debe de extrañarnos -al menos a mi no- una escena como esa. Ya hemos referido también que Benavides Reyes y otros empresarios apostaron política y electoralmente en contra de Sandoval Díaz para la gubernatura y no fueron lo suficientemente prudentes -como se reclama en estos casos-, para demostrar su clara afiliación alfarista que aun hoy hacen bastante evidente.
Pero no sólo eso, sino que Oscar Benavides se ha encargado de desprestigiar o devaluar aun más la figura que antaño tenía ser el dirigente sindical de los empresarios, como titular de la Coparmex o del Centro Empresarial de Jalisco. Y eso, por supuesto, también le resta autoridad o fuerza frente al poder político, concretamente ante el Gobierno del Estado.
Benavides Reyes frivolizó la figura del presidente de la Coparmex, que en realidad es un dirigente sindical. Se encargó de reducirla a la imagen de pendenciero, cuando se puso a hacerle el trabajo a otros arremetiendo en contra del Auditor Superior del Estado con una total ignorancia de la legalidad; y peor cuando ridiculizó la otrora respetable investidura del dirigente del CEJ al pasearse por los pasillos del Palacio Legislativo con un cheque de 30 mil pesos en la mano, en busca de un cómplice que se lo aceptara para correr al Auditor Superior.
Por eso no nos extraña hoy el “portazo” que le dieron, lo que provocó su indignación y motivó a que se retirara del lugar, según quien lo “ventaneó”.
Pero como no nos contaron la historia completa, no sabemos por qué razón lo hicieron y quién dió la orden. Tampoco sabemos si fue al único que le prohibieron la entrada de los que quisieron estar en el lugar a donde no fueron invitados o hubo otros igual de imprudentes.
Por cierto, valga decir que nadie notó la ausencia de Oscar Benavides Reyes en el informe del presidente del CESJAL.