El presidente Felipe Calderón Hinojosa y los panistas, nunca pensaron que obtendrían un importante triunfo nada menos que en el X Congreso Nacional del Partido de la Revolución Democrática celebrado el fin de semana en la capital del país. Y mucho menos cuando lo encabezó el ex candidato Andrés Manuel López Obrador.
Es más, Calderón Hinojosa nunca se imaginó que le impondría a López Obrador su segunda derrota consecutiva, nada menos que en su Congreso Nacional y de manos de sus propios correligionarios del sol azteca.
Y es que tres de cada cinco perredistas asistentes a su Congreso reconocen a Felipe Calderón Hinojosa como el Presidente de la República, y a López Obrador simplemente como su ex candidato presidencial. Nada de que presidente legítimo y todas esas payasadas más.
Así lo ratificó aquí el coordinador de los diputados en el Congreso del Estado, Samuel Romero Valle, quien aceptó que Calderón Hinojosa ganó las elecciones el dos de julio del 2006 y que, por lo tanto, es con él con quien se debe de dialogar, negociar, platicar y gobernar.
“En el PRD hay dos visiones en relación al gobierno de Felipe Calderón y al diálogo que debe de mantenerse con el gobierno que él encabeza. Nosotros sostenemos que debe de haber un diálogo respetuoso, que debe de haber debate, que tiene que haber discusión con quien encabeza el gobierno en este país.
“Otro grupo opina que no debe de haber diálogo con él. Finalmente se impuso (en el Congreso Nacional) nuestra visión, la cordura. Tiene que haber una relación civilizada con quien encabeza el gobierno, más allá de las disputas electorales que a nuestro juicio ya pasaron.
“Una vez que el Tribunal Electoral emitió una resolución, creo que debemos de reconocerlo, asumirlo todos y de iniciar una nueva etapa. Esta es la visión que tenemos nosotros y, afortunadamente, esa fue la visión que tuvo la mayoría de apoyos en este Congreso, en una proporción de tres a dos”, dijo el diputado.
– En síntesis, Samuel, para ustedes Felipe Calderón es el presidente de la República y sanseacabó.
– Así es, así es.
Esta decisión de la mayoría de los perredistas fue un severo golpe para López Obrador y su egolatría. Nunca se imaginó que habría correligionarios que le pondrían un alto, que pararían en seco su ansiado caudillaje que pretendía imponer al interior del PRD.
Y menos que su derrota iría en función de un nuevo triunfo de Calderón.
Pero la derrota no sólo fue en este asunto, sino también en la decisión de los congresistas de no abrir su proceso para elegir al próximo dirigente nacional, sucesor de Leonel Cota Montaño.
Los lopezobradoristas pretendían que la elección de su nuevo presidente -en marzo próximo- fuera por parte de militantes y simpatizantes, lo que le daba margen a López Obrador para imponer nuevamente al dirigente.
Pero sus adversarios internos, los de la corriente Nueva Izquierda que encabeza Jesús Ortega, impidieron este paso y lograron que sea únicamente la militancia la que elija a su dirigencia.
De esta manera, con el control mayoritario de la militancia, los ortegistas confían en ganar la próxima dirigencia y, entonces sí, modificar la relación que hoy se tiene con el Ejecutivo.
Ver para creer.