Por Gilberto Pérez Castillo

Raúl Padilla López, el ex rector de la Universidad de Guadalajara y jefe del grupo político que controla a esa institución, pocas veces genera una evaluación serena y equilibrada.

Sus aliados y beneficiarios tienden a olvidar sus lados negativos y sus detractores se resisten a reconocer las buenas obras que ha realizado como cacique universitario.

La próxima inauguración del Auditorio Metropolitano puede ser el motivo para empezar a hacer en Jalisco un análisis más objetivo de lo que ha sido la trayectoria de Raúl Padilla y el impacto que ésta ha tenido para la vida pública de Jalisco.

Es cierto que Raúl Padilla, desde su llegada a la Rectoría, ha mantenido una forma casi patrimonialista de administrar a la Universidad y que la ha convertido en un espacio donde por muchos años ha reinado el nepotismo, el amiguismo, la lealtad política sobre la capacidad como forma de ascenso, la corrupción y la opacidad de la información.

Pero también es cierto que al día de hoy, la Universidad de Guadalajara, gracias a la mano de Raúl Padilla se ha convertido en un referente cultural, no sólo estatal, sino nacional e internacional.

La Feria Internacional del Libro, el Festival Internacional de Cine, Papirolas, la Cátedra Julio Córtazar, el Teatro Diana y el próximo a inaugurarse Auditorio Metropolitano son algunas de las muy importantes aportaciones que Raúl Padilla le ha hecho a Jalisco.

A esta obras pronto se agregará la nueva Biblioteca Juan José Arreola que también se construye en terrenos de Los Belenes.

En un estado donde el Gobierno abandonó hace muchos años su papel de promotor de la cultura y el arte, es de agradecerse que la Universidad de Guadalajara, a instancias de Raúl Padilla, haya asumido el reto de no dejar a Jalisco en la pobreza cultural.

Por eso creemos que llegó la hora de hacer una revisión más objetiva y serena del papel que ha jugado Raúl Padilla en la vida pública de Jalisco, reconociendo tanto sus malas como sus buenas.