Mientras que los “golpes” en contra del dirigente estatal del PAN, Eduardo Rosales Castellanos, se mantienen en la red a través de los ya tradicionales correos electrónicos, donde ahora se le acusa de querer entregar el PAN al PRI, o particularmente al ex candidato a la gubernatura Arturo Zamora Jiménez -cosa por demás descabellada-, una vertiente de esta guerra se abre en Guadalajara, en la contienda por el comité municipal.
Como en Zapopan la semana pasada, en la capital tapatía también ya se dio el “banderazo” de salida para que los aspirantes a suceder a Alfredo Argüelles Basave inicien sus actividades de proselitismo, aun y cuando está pendiente la aparición de la convocatoria respectiva.
Ya se sabe que en esta carrera sucesoria los dos principales contendientes son el regidor Alejandro Madrigal Díaz y el delegado de la Procuraduría Agraria, José Manuel Romo Parra, quienes parece que editarán la versión municipal de la guerra que en otro nivel sostienen Eduardo Rosales Castellanos y Herbert Taylor Arthur, bajo el visto buenos de sus jefes Francisco Ramírez Acuña y Emilio González Márquez, respectivamente.
La candidatura de Madrigal Díaz es alentada por los emilistas, en tanto que Romo Parra tiene la “bendición” de los rosalistas. Por eso es que nadie duda de que el pleito entre Rosales y Taylor descenderá en la contienda por el comité tapatío.
De entrada, José Manuel Romo ya le hizo un llamado a su adversario, Alejandro Madrigal, para evitar la ya tan acostumbrada “guerra sucia”, que se está convirtiendo ya en una característica entre los panistas.
“Le hago un llamado para que no caigamos en eso, sino que trabajemos todos, en esta competencia interna, teniendo en mente el beneficio del propio partido”, expresó Romo Parra en una entrevista periodística.
El llamado que hace Romo a Madrigal, no es sino reflejo de lo que mencionamos líneas arriba, de que los “golpes bajos” en las contiendas internas en el blanquiazul ya son una característica. Y si uno de los contendientes lanza la petición de no dar pie a la “guerra sucia”, es porque de entrada presume que la habrá.
Pero si se registra esa “guerra sucia”, de ninguna manera podemos creer que sea por un enfrentamiento o por diferencias existentes entre los dos contendientes por la dirigencia tapatía, sino porque simplemente será la continuación, ese sí real, del enfrentamiento entre Eduardo Rosales y Herbert Taylor, no obstante el propósito del primero de aplicar una tregua unilateral.
Ni duda habrá en afirmar que detrás de esa posible “guerra sucia” que pudiera registrarse en la lucha por el Comité Municipal del PAN en Guadalajara, estará el dirigente estatal y el coordinador de Innovación Gubernamental.
¿O alguien puede apostar a favor de lo contrario?