Por Alfonso Javier Márquez

No podemos esperar otra cosa. La guerra sucia es inminente en el próximo proceso electoral en el que parecerá poco lo se dijeron los candidatos y los partidos en la última elección de gobernantes.

La reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales que hicieron arbitrariamente diputados y autoridades electorales en este inter entre elección y elección, por lo menos para evitar la guerra sucia no sirve porque no define claramente lo que es esta. Habla de “denostar” pero todos pueden argumentar que señalar los errores y asuntos oscuros en la trayectoria de un candidato no es denostar sino mostrar al elector los defectos del contendiente para que tome la mejor elección. Luego, entonces, todo lo que se dijo de Arturo Zamora en el último proceso no fue guerra sucia porque según Acción Nacional había los elementos –respaldados por la PGR- para creer que el abogado tenía nexos con la delincuencia.

De lo que hay evidencias, es de que en este proceso, el nivel de la contienda, bajará de terreno en los ataques pues aparte de los señalamientos que o cesarán, habrá una intensa guerra por Internet y medios alternativos como mensajes de texto y todo aquello que no esté regulado por el COFIPE.

Recordemos que en el proceso anterior, lo que más daño le hizo a Zamora fue la campaña de tierra: las reproducciones del periódico Mural con el encabezado de que le habían decomisado las casas al candidato del PRI y que se repartían casa por casa en los distritos de mayor impacto para el revolucionario institucional. ¿Cuándo varemos el primer periódico acusando al primer candidato de lo que sea?, tan pronto como haya candidatos y medios que se presten al desprestigio. Frente a esto poco podrá hacer el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana con sus limitaciones legales y probable poca voluntad de varios de los consejeros que obedecen a posiciones otorgadas por los propios partidos políticos.