Por Julio César Hernández
Todo parece indicar que el Instituto Electoral tiene una maldición sobre los diputados. O, cuando menos, se convierte en la “manzana de la discordia”, como fue en la elección de ayer, donde al diputado Jaime Prieto Pérez se le olvidó que era priista y le ganó lo padillista al votar a favor de la elección de los consejeros David Gómez Álvarez y Nauhcatzin Bravo Aguilar.
Y es que la postura de la fracción parlamentaria del PRI –a la que supuestamente pertenece Prieto Pérez y por cuyo partido aspira a ser candidato a la alcaldía de Zapopan-, era no avalar la designación de dos nuevos consejeros y apoyar la llegada de los dos consejeros suplentes.
Jaime Prieto se sintió más comprometido con el grupo político del que forma parte –y al que pertenece también el nuevo consejero Bravo Aguilar-, que con el partido que le permitió llegar a la curul que ocupa.
Algo tendrán que hacer tanto Guízar Macías como Juan Carlos Castellanos para que sus compañeros diputados no se les sigan “saliendo del redil” y los dejen con los dedos en la puerta. Y es que van tres casos similares y aun falta mucho por correr a la actual Legislatura. Y ni qué decir de los asuntos a tratar.
Recordamos los antecedentes del diputado Gerardo Rodríguez y el caso Televisa, y del diputado Hugo Gaeta y el caso del gobernador Emilio González. En estos dos casos, los votos de ambos diputados priistas fueron determinantes para inclinar la balanza a favor de los adversarios de su bancada. Ahora el voto de Jaime Prieto no fue definitivo, pero sí desentonó con la banda del PRI.
La verdad es que nadie puede apostar a que un caso como el de Gerardo, Hugo y Jaime no se vuelva a registrar en la bancada tricolor. Y si no, al tiempo.